martes, 8 de septiembre de 2009

la revolucion francesa

LA REVOLUCION FRANCESA
Proceso social y político acaecido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principales consecuencias fueron el
derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los Borbones, la abolición de la monarquía en
Francia y la proclamación de la I República, con lo que se pudo poner fin al Antiguo Régimen en este
país.
Aunque las causas que generaron la Revolución fueron diversas y complejas, éstas son algunas de las más
influyentes: la incapacidad de las clases gobernantes —nobleza, clero y burguesía— para hacer frente a
los problemas de Estado, la indecisión de la monarquía, los excesivos impuestos que recaían sobre el
campesinado, el empobrecimiento de los trabajadores, la agitación intelectual alentada por el Siglo de las
Luces y el ejemplo de la guerra de la Independencia estadounidense.
Las teorías actuales tienden a minimizar la relevancia de la lucha de clases y a poner de relieve los
factores políticos, culturales e ideológicos que intervinieron en el origen y desarrollo de este
acontecimiento.
Las razones históricas de la Revolución

Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había sufrido
periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis
XIV, la mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV, las cuantiosas pérdidas
que acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763) y el aumento de la deuda generado por los préstamos
a las colonias británicas de Norteamérica durante la guerra de la Independencia estadounidense (1775-
1783).
Los defensores de la aplicación de reformas fiscales, sociales y políticas comenzaron a reclamar con
insistencia la satisfacción de sus reivindicaciones durante el reinado de Luis XVI. En agosto de 1774, el
rey nombró controlador general de Finanzas a Anne Robert Jacques Turgot, un hombre de ideas liberales
que instituyó una política rigurosa en lo referente a los gastos del Estado.
No obstante, la mayor parte de su política restrictiva fue abandonada al cabo de dos años y Turgot se vio
obligado a dimitir por las presiones de los sectores reaccionarios de la nobleza y el clero, apoyados por la
reina, María Antonieta de Austria.
Su sucesor, el financiero y político Jacques Necker tampoco consiguió realizar grandes cambios antes de
abandonar su cargo en 1781, debido asimismo a la oposición de los grupos reaccionarios. Sin embargo,
fue aclamado por el pueblo por hacer público un extracto de las finanzas reales en el que se podía apreciar
el gravoso coste que suponían para el Estado los estamentos privilegiados.
La crisis empeoró durante los años siguientes. El pueblo exigía la convocatoria de los Estados Generales
(una asamblea formada por representantes del clero, la nobleza y el Tercer estado), cuya última reunión se
había producido en 1614, y el rey Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas elecciones nacionales en
1788.
La censura quedó abolida durante la campaña y multitud de escritos que recogían las ideas de la
Ilustración circularon por toda Francia. Necker, a quien el monarca había vuelto a nombrar interventor
general de Finanzas en 1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de representantes del
Tercer estado (el pueblo) en los Estados Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el segundo
estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos llegó a establecer un método de votación.
A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación requería una
transformación fundamental de la situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron la unidad de
acción en los Estados Generales, que se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad francesa se enfrentaron inmediatamente a
la cámara rechazando los nuevos métodos de votación presentados.
El objetivo de tales propuestas era conseguir el voto por individuo y no por estamento, con lo que el tercer
estado, que disponía del mayor número de representantes, podría controlar los Estados Generales. Las
discusiones relativas al procedimiento se prolongaron durante seis semanas, hasta que el grupo dirigido
por Emmanuel Joseph Sieyès y el conde de Mirabeau se constituyó en Asamblea Nacional el 17 de junio.
Este abierto desafío al gobierno monárquico, que había apoyado al clero y la nobleza, fue seguido de la
aprobación de una medida que otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el poder de legislar en
materia fiscal. Luis XVI se apresuró a privar a la Asamblea de su sala de reuniones como represalia. Ésta
respondió realizando el 20 de junio el denominado Juramento del Juego de la Pelota, por el que se
comprometía a no disolverse hasta que se hubiera redactado una constitución para Francia.
En ese momento, las profundas disensiones existentes en los dos estamentos superiores provocaron una
ruptura en sus filas, y numerosos representantes del bajo clero y algunos nobles liberales abandonaron sus
respectivos estamentos para integrarse en la Asamblea Nacional.
El inicio de la Revolución
El rey se vio obligado a ceder ante la continua oposición a los decretos reales y la predisposición al
amotinamiento del propio Ejército real. El 27 de junio ordenó a la nobleza y al clero que se unieran a la
autoproclamada Asamblea Nacional Constituyente. Luis XVI cedió a las presiones de la reina María
Antonieta y del conde de Artois (futuro rey de Francia con el nombre de Carlos X) y dio instrucciones
para que varios regimientos extranjeros leales se concentraran en París y Versalles.
Al mismo tiempo, Necker fue nuevamente destituido. El pueblo de París respondió con la insurrección
ante estos actos de provocación; los disturbios comenzaron el 12 de julio, y las multitudes asaltaron y
tomaron La Bastilla, (una prisión real que simbolizaba el despotismo de los Borbones), el 14 de julio.
Antes de que estallara la revolución en París, ya se habían producido en muchos lugares de Francia
esporádicos y violentos disturbios locales y revueltas campesinas contra los nobles opresores que
alarmaron a los burgueses no menos que a los monárquicos. El conde de Artois y otros destacados líderes
reaccionarios, sintiéndose amenazados por estos sucesos, huyeron del país, convirtiéndose en el grupo de
los llamados “émigrés”.
La burguesía parisina, temerosa de que la muchedumbre de la ciudad aprovechara el derrumbamiento del
antiguo sistema de gobierno y recurriera a la acción directa, se apresuró a establecer un gobierno
provisional local y organizó una milicia popular, denominada oficialmente Guardia Nacional. El
estandarte de los Borbones fue sustituido por la escarapela tricolor (azul, blanca y roja), símbolo de los
revolucionarios que pasó a ser la bandera nacional.
No tardaron en constituirse en toda Francia gobiernos provisionales locales y unidades de la milicia. El
mando de la Guardia Nacional se le entregó al marqués de La Fayette, héroe de la guerra de la
Independencia estadounidense. Luis XVI, incapaz de contener la corriente revolucionaria, ordenó a las
tropas leales retirarse. Volvió a solicitar los servicios de Necker y legalizó oficialmente las medidas
adoptadas por la Asamblea y los diversos gobiernos provisionales de las provincias.

los jesuitas ó compañía de jesús

JESUITAS O COMPAÑÍA DE JESÚS
Álvaro Tirado Mejía
Instituto religioso de clérigos regulares de la Iglesia católica. Fundada por san Ignacio
de Loyola en 1534, la Compañía de Jesús fue confirmada oficialmente por el papa
Pablo III en 1540. La frase emblemática de la orden es Ad majorem Dei gloriam (en
latín, ‘A la mayor gloria de Dios’) y su objetivo es el de difundir la fe católica por
medio de la predicación y la educación, así como trabajar en lugares y momentos en
que así lo requiera con urgencia la Iglesia. Desde los primeros momentos de su
historia, la enseñanza ha sido la principal actividad de la orden. En este campo, sus
aportaciones han sido notables, tanto en el ámbito de la teología como en el de
distintas disciplinas seculares.
Condiciones De Ingreso
La preparación que requiere todo aspirante a la orden, especialmente si quiere ser
sacerdote más que hermano (coadjutor), es bastante más larga que la necesitada para
el sacerdocio secular o para ingresar en otra orden religiosa. Después de permanecer
dos años como novicio, alejado del mundo y dedicado a la oración, el candidato emite
los votos simples de pobreza, castidad y obediencia, y se convierte en escolástico.
Posteriormente, debe estudiar materias clásicas (durante dos años) y filosofía,
matemáticas y ciencias físicas (durante tres). Terminado dicho ciclo, debe dedicar
varios años a la enseñanza, seguidos por otros tres años de estudios teológicos, tras los
cuales puede ser finalmente ordenado sacerdote. Después de cuatro años más de
estudios teológicos, y de un año de retiro y oración, el candidato recibe su titulación,
convirtiéndose en coadjutor o en profeso perpetuo. Los últimos votos de los
coadjutores son simples, de pobreza, castidad y obediencia, pero para los profesos
estos votos son solemnes, a los que agregan uno más, que es el aceptar ir al lugar que
decida el papa. Más tarde, los profesos emiten cinco votos simples, entre los que se
incluye la renuncia a todo oficio eclesiástico ajeno a su orden, a menos que lo
determine la autoridad de la Compañía.
Organización y estructura
La Compañía de Jesús se estructura en provincias (agrupadas en asistencias). En la
actualidad, existen 65 provincias en el mundo, cada una de las cuales está bajo el
mando de un padre provincial. La máxima autoridad de la orden recae en un superior
general, cargo que tiene carácter vitalicio. El superior general, residente en Roma, es
elegido por la Congregación General (integrada por la totalidad de los provinciales y
dos diputados por provincia) y asesorado por los asistentes.
Historia
Cuando fundó la Compañía, Ignacio de Loyola pretendía organizar peregrinaciones a
Tierra Santa para convertir a los musulmanes. Sin embargo, con el estallido de la
guerra contra los turcos otomanos, todos los planes para la peregrinación a Tierra
Santa se desvanecieron. En cambio, los jesuitas solicitaron al Papa una constitución
que les permitiera realizar misiones a lugares que él mismo decidiera. Una vez
aprobada la constitución, eligieron a Ignacio de Loyola como primer superior general.
La Compañía creció rápidamente y sus miembros tuvieron una actividad decisiva
durante la Contrarreforma, especialmente en el transcurso del Concilio de Trento, así
como fundando escuelas y centros de estudios superiores en toda Europa. Durante 150
años dirigieron los más importantes centros educativos europeos y, hacia 1640,
contaban con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por todo el
continente. Aproximadamente un siglo después, esta cifra alcanzaba ya los 650;
además, la orden tenía a su cargo, en forma total o parcial, la dirección de 24
universidades. También establecieron más de 200 seminarios y casas de estudios para
sus miembros. Durante el periodo de la Contrarreforma, la educación jesuítica se
enfocó principalmente a fortalecer la fe católica frente a la expansión del
protestantismo. Si bien la educación jesuítica para laicos estaba dirigida
principalmente a la nobleza europea y a estudiantes pudientes, también tenían a su
cargo escuelas profesionales y, en los territorios donde trabajaban en misiones,
escuelas para los pobres.
Por lo que respecta a su aspecto misionero, la actividad de los jesuitas en este sentido
tuvo también mucho éxito. Especialmente importante fue la emprendida por san
Francisco Javier en India y Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el
interior de China y por las costas de África. Las cartas que escribieron los misioneros
jesuitas que trabajaban en Canadá, en las que enviaban información de tipo
etnológico, histórico y científico, fueron publicadas con el nombre de Relaciones
Jesuíticas, formando una única y muy valiosa fuente de información referente a los
nativos de ese país. Sin embargo, el trabajo de las misiones jesuíticas más conocido
del Nuevo Mundo fue la fundación de las reducciones, siendo las más famosas las de
Paraguay. Eran comunidades de indígenas, gobernadas por los jesuitas. Allí, y durante
casi 200 años, los jesuitas dirigieron un enorme grupo de indígenas, logrando fundar
32 poblados, con una población de aproximadamente 160.000 personas. Enseñaban
métodos agrícolas siguiendo las tradiciones autóctonas, artes mecánicas y favorecían
el desarrollo del comercio.
La historia de la Compañía de Jesús estuvo marcada por una constante oposición a su
labor, especialmente en los países católicos. La devoción que los jesuitas tenían por el
Papado les costó una fuerte oposición por parte de los dirigentes de diversos estados.
Igualmente, y debido al gran entusiasmo que ponían los jesuitas en todo lo que
significaran reformas eclesiásticas, se ganaron la enemistad del clero. La Compañía
fue expulsada de diferentes países europeos (en España, por Carlos III, en 1767) hasta
que, el 21 de julio de 1773, el papa Clemente XIV publicó la bula Dominus ac
Redemptor en la que ordenaba la supresión de la Compañía. El rey de Prusia, Federico
II el Grande, y la emperatriz de Rusia, Catalina II la Grande, grandes admiradores de
la labor educativa y del conocimiento de los jesuitas, se negaron a aceptar el
documento y hacer efectiva la publicación del mismo. En estos países la orden se
mantuvo hasta 1814, año en el que el papa Pío VII restauró canónicamente la
Compañía. Ante este hecho, también volvieron a cobrar fuerza los grupos religiosos y
políticos que estaban en su contra.

capitulo 8... los comuneros

Cáp. VIII LOS COMUNEROS
Ya hemos visto cómo a causa de los cambios en las estructuras económicas en la España del siglo XVIII, la
concepción y función de las colonias cambiaron. La burguesía española en ascenso liberalizó el comercio y
convirtió a América en mercado para sus mercancías y en fuente de materias primas para su producción.
Acorde con la nueva orientación, la Corona española se fue alejando de la política proteccionista de los
indígenas que hasta el momento había llevado (la causa de esa política ya lo hemos visto, era la protección de
los naturales, frente al encomendero, para que no se extinguieran y pudieran seguir trabajando sometidos y
tributando) y comenzó a favorecer el acrecentamiento de la producción en las haciendas de la aristocracia
criolla, lanzando como peones al mercado de trabajo a los indígenas que hasta el momento se habían
protegido en los resguardos. Estos fueron vendidos en pública subasta y los indígenas que los habían habitado
por siglos fueron arrojados o recluidos en otros más alejados de los centros de población. Con ello la Corona
lograba un doble resultado, obtenía fondos de la venta de las tierras de resguardo o realengas y lanzaba a los
indígenas al mercado de trabajo para que se colocaran como peones y en esta forma al crecer las haciendas, la
metrópoli podía abastecerse de los productos agrícolas que necesitaba. Al mismo tiempo se hizo una
reorganización fiscal y los impuestos fueron aumentados en gran medida, con una resolución más efectiva.
Con las medidas descritas la Corona deja de ser un intermediario paternalista entre la aristocracia criolla y el
indígena y viene a constituirse en explotadora de todos. Surgen entonces contradicciones principales en la
sociedad americana. Una entre los terratenientes, que ya no tienen el freno del Estado paternalista, y los
indígenas desprotegidos. Otra entre la alta clase poseedora criolla y la Corona, por causa de los impuestos.
En este marco se presenta la revolución de los comuneros. En un comienzo hay identidad de intereses entre
las clases para oponerse a la Corona. Los impuestos afectaban a todos y era preciso liquidarlos. Tal postulado
beneficiaba por igual al pueblo, a los artesanos, a la aristocracia y esta última trató de encausar el golpe contra
las autoridades españolas para que solamente se suprimieran los impuestos o en el mejor de los casos para que
aquellas fueran depuestas entrando ellos a ocupar las posiciones de gobierno sin que en lo fundamental, las
formas de explotación colonial cambiasen. Por esta razón se colocaron al frente de la insurrección en los
comienzos.
Mas la aristocracia no contó con que había otras clases sociales interesadas en el cambio de régimen
tributario, pero cuyos intereses y reivindicaciones no paraban allí. Estaba el pueblo, compuesto por esclavos
que querían su libertad a costa de los amos, estaban los indígenas desposeídos que clamaban por las tierras
rematadas o robadas por los terratenientes, estaban los aparceros que pedían tierras y mejores condiciones de
cultivo, y estaban por fin los artesanos, comerciantes y pequeños propietarios de la región de Santander que
pedían además de la supresión de los impuestos un cambio fundamental, un rompimiento con el régimen
colonial para poder producir y comerciar en condiciones libres y ensanchar así su producción. Y precisamente
es digna de anotar la vinculación regional de Santander en donde la pequeña producción campesina, la
producción artesanal y el comercio, se habían desarrollado más que en cualquiera otra región del virreinato,
con la sublevación de los comuneros. Cada una de estas clases trató de reivindicar sus intereses. E1 pueblo
comenzó a hacer valer los suyos: libertad de esclavos, el repartimiento de tierras, liquidación de estancos,
todos eran de la consigna de su jefe Galán: "Unión de los oprimidos contra los opresores". Es decir, la lucha
de clases.
Ante tal actitud, la aristocracia criolla que tenía más que perder con las demandas populares que con el
sistema tributario español, pactó con la Corona. Berbeo entregando a los Comuneros en Zipaquirá, es la
personificación de una clase que estuvo al frente del motín cuando convenía a sus intereses, pero que temía al
pueblo que a la Corona española.
Una vez dispersado el grueso del ejército comunero en Zipaquirá, la vanguardia que persistía comandada por
Galán, fue liquidada con la ayuda de los mismos señores antes levantados.
La revolución no triunfó porque había una imposibilidad histórica para ello. El pueblo no tenía laorganización necesaria, por esta razón con las primeras victorias desperdició su energía en celebraciones
jubilosas y además, porque tenía poco clara conciencia del orden nuevo que iría a construir sobre las ruinas
del antiguo. La clase intermedia de propietarios, artesanos y comerciantes que históricamente era la que más
podía proponer no se había desarrollado todavía como para colocarse a la vanguardia en el movimiento de
liberación contra España y de transformación de la economía colonial.
En suma, la amenaza de nuevos impuestos y el empeoramiento y agravamiento del estanco del tabaco, fueron
los motivos inmediatos de levantamiento, pero tras de ellos, y como causa esencial, estaba el despojo de
tierras a que se estaba sometiendo a las masas indígenas (Tirado Mejía p. 86)
LA INDEPENDENCIA
Con la liberación del comercio y su consecuente aumento en el siglo XVIII, creció en América la burguesía
comercial hasta llegar a convertirse en una clase social con conciencia, y reivindicativa de sus intereses. Sin
embargo la libertad para comerciar no era absoluta, tal como lo deseaban los comerciantes, y las restricciones
que subsistían obraban como un freno para la expansión del comercio.
Esta contradicción entre los intereses de la burguesía comerciante y la Corona, la que no obstante haber
cedido en algunos aspectos, quería seguir siendo la única proveedora de mercancías para sus colonias y la
única compradora de sus frutos, fue la causa fundamental que motivó la independencia americana.
Sumamente ilustrativa al respecto es la carta enviada por el "Tribuno del Pueblo" José Acevedo y Gómez al
Corregidor Regio, Antonio Villavicencio, el día 19 de julio de 1810, en la que el primero ante las pérdidas
sufridas, se inflama de amor patriótico y escribe... "Ciento veinte mil pesos, fruto de veinte años de trabajos,
fatigas y peligros, me hizo perder el gobierno al principio de la guerra con Inglaterra, porque no hubo arbitrio
de que el Virrey nos permitiese ni aún el comercio de cabotaje, y en tres años las quinas se perdieron y decayó
su estimación en Europa de los cacaos se pudrieron y los algodones que el monopolio insular me obligaba
mandar a Cádiz fueron presa de un enemigo poderoso en la mar. Doy por bien perdida mi fortuna y los restos
de ella existentes en Cádiz y Barcelona en veinte y tantos mil pesos, con tal que mi patria corte la cadena con
que se halla atada a esa península, manantial perenne de tiranos" (Arturo Abella, El Florero de Llorente, p.
104).
En la causa de la independencia se embarcó la burguesía comerciante americana, constituyendo su
vanguardia. Para ello contó con la ayuda de Inglaterra, la potencia capitalista más directamente interesada en
que las colonias se separaran de España, para venir a inundarlas con sus manufacturas en nombre de la
libertad. Inglaterra envió al efecto una legión con el objeto de secundar los esfuerzos de independencia y
contribuyó generosamente en financiar la causa de la emancipación. En capitulo aparte veremos las
consecuencias de esta "ayuda".
A más de la burguesía comerciante y de los sectores artesanales que estaban interesados en el cambio, existían
también otros sectores sociales: la aristocracia terrateniente y el pueblo.
Los primeros también participaron en el movimiento, pero por razones muy distintas. Un sector, el más
reaccionario, ante el avance de los ejércitos napoleónicos que eran la encarnación de las ideas de igualdad de
la revolución francesa, prefirió no su suerte a la de la Corona y se separó de ésta antes de que "libertinos" de
Francia, propagadores del "pernicioso dogma de la igualdad entre los hombres" tomaran el gobierno de la m
poli y sus colonias y decretaran la libertad de los esclavos este sector prefirió aguardar hasta conocer al
vencedor para pagarle sus servicios; es este el caso de la mayoría de los aristócratas del sur de Colombia,
propietarios de haciendas, minas y esclavos que tras luchar en favor del Rey, o haberse mantenido al margen
de la contienda, se convirtieron en fervorosos republicanos después del triunfo patriota en Boyacá en 1819.
El tercer sector era el pueblo que fue arrastrado a las luchas por patriotas y españoles o que como en el caso
de los esclavos combatía por el que le ofreciera la libertad, aspecto en el cual los españoles se adelantaron
muchísimas veces a los republicanos. El espíritu de lucha del pueblo por la independencia aparece muy bien
descrito en el siguiente párrafo de un historiador erudito y de primera mano: "Cuando los reclutas eranfinalmente enganchados, se les obligaba a marchar con las manos atada por temor a que tratasen de escapar, y
muchas veces sólo se entregaban las armas a los soldados de infantería y los caballos s los de caballería
cuando habían llegado a la zona de pelea... Los ejércitos quedaban reducidos a la mitad, a causa de las
deserciones entre Cali y Popayán o a una tercera parte en el viaje de Bogotá a Cúcuta"*(5). El mismo autor
citado trae el mensaje de Santander al ministro del interior, en el que dice: "...por otra parte no son nuestros
soldados como los de Europa. En éstos hay; ilustración, conocen la causa que defienden y saben las leyese
que están sujetos: en aquellos sucede todo lo contrario; su ignorancia es conocida, se les oculta regularmente
por quién combaten, y por más que se les instruyan en las disposiciones panales, muy pocos llegan a
entenderlas"...
La intervención de la aristocracia fue determinante para el rumbo que tomó la República después de la
independencia. La burguesía trató de realizar cambios e implantar nuevas formas de producción, mientras que
la aristocracia, satisfecha con la simple independencia, pues vino a ocupar los cargos del gobierno, pero
decidida a no dejar cambiar las formas económicas existentes para que no se vulneraran sus privilegios,
bloqueó las reformas propuestas, y como la burguesía no era lo suficientemente fuerte para imponerlas, tuvo
que resignarse a una transacción y esperar tres décadas, cuando ya fuerte y con el, apoyo del pueblo, realizó la
transformación de 1849, verdadera revolución burguesa en el sentido estricto de la palabra. (Tirado Mejía, p.
89).
La burguesía logró imponer en él comercio internacional la política acorde con sus intereses al implantar la
libertad de comercio, pero en lo interno tuvo que conformarse con tímidas reformas que pronto fueron
anuladas por los siguientes gobiernos de reacción.
En conclusión, por no haber podido la burguesía imponerse, la estructura económica permaneció casi intacta,
y en sentido estricto no puede aplicarse el término revolución, entendido éste como un cambio en las formas
de producción, al movimiento de independencia originada en 1810; sólo en 1849, cuando la burguesía
comerciante, en unión de los artesanos y del pueblo rompió la estructura colonial, quebrantó a los
terratenientes e implantó formas de producción capitalistas en el país, puede decirse que se logró la
revolución.
Resumen de INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA ECONÓMICA DE COLOMBIA. Álvaro Tirado Mejía.
Editorial la carreta

capitulo 7..... el oro y moneda en la colonia

Cáp. VII ORO Y MONEDA EN LA COLONIA
Tomado de Álvaro Tirado Mejía
El Oro Por su importancia la producción de oro merece mención aparte. Durante la Colonia fue
nuestro principal y casi único producto de exportación (1). Para los intereses de la Corona,
enmarcados en el cuadro del mercantilismo, la Nueva Granada cumplía una función especial.
De todas las colonias americanas era la que más oro suministraba. El 17.91% de la producción
mundial durante el siglo XVI, el 39.01% durante el siglo XVII y el 24.69% durante el siglo XVIII
(2)
Con relación a la legislación sobre la propiedad de las minas, el sistema español se separaba
tajantemente del sistema romano, en el que el dueño del suelo lo era también del subsuelo. En
la legislación española el Monarca se reservaba la propiedad de las minas, bien para hacerlas
explotar en su nombre o para adjudicarlas a particulares bajo ciertos requisitos. En un
comienzo el Rey se reservó para sí el dominio de todas las minas. Más tarde (1504) decretó
que los particulares podían beneficiarlas pagando el quinto. Posteriormente se distinguió entre
minas de nación (las más ricas) que se reservaba el Rey, y minas ordinarias, adjudicables a
particulares' (3).
La minería del oro se desarrolló especialmente en el occidente colombiano y su forma de
explotación vino a marcar regiones socio-económicas definidas como la esclavista del Cauca
con epicentro económico en Popayán y explotación aurífera en el Chocó, Barbacoas y Supía,
la de Antioquia con producción basada en parte en la esclavitud pero principalmente en
mineros independientes, regiones estas que se diferenciaron entre sí y de la manufacturera de
Santander, la ganadera y latifundista de la Costa Atlántica, la del altiplano de Boyacá y
Cundinamarca dedicada a la agricultura y basada en la explotación indígena, en condiciones
semiserviles.
La minería del Cauca (Chocó, Barbacoas, Supía) fue trabajada casi exclusivamente por
esclavos que laboraban en beneficio de ricos propietarios de Popayán, los cuales a sus
posesiones de minas y esclavos agregaban vastas extensiones de terreno ubicadas en la
región andina, destinadas a la producción agropecuaria por medio de la explotación de
indígenas. Durante la Colonia fue la región más productora (a principios del siglo XIX todavía
producía más de la mitad del oro que se sacaba del Nuevo Reino de Granada) (4) y
precisamente por estar basada en la esclavitud, al decaer la institución, sobre todo durante la
guerra de independencia, la producción disminuyó no obstante la riqueza del suelo, y el primer
lugar en la producción de oro vino a ser ocupado por Antioquia en donde había bases sociales
diferentes. En el siglo XVIII "la explotación de las minas del Chocó seguía su progreso a pesar
de ser grandes los costos y dificultades. Un esclavo varón o hembra, siendo de barra, valía de
400 a 500 pesos... Las carnes, aves, menestras y comestibles entraban de fuera a precios
excesivos, transportados a hombros de cargueros por caminos ásperos y fragorosos (memoria
anónima). Los Arboledas, los Mosqueras y otros vecinos de Popayán eran dueños dé casi
todas las minas"(5). "En 1788 se hizo el padrón de negros mazamorreros del Chocó, y había
3.054. En Popayán y Barbacoas pasaban de 6.000 en 1788" (6).
La forma de explotación esclavista, a pesar de la inmensa producida, no benefició a la región ni
creó condiciones de riqueza y desarrollo de actividades como la manufacturera porque el
mercado compuesto por esclavos era necesariamente estrecho un porque además no hubo
reinversión del excedente producido, en la medida en que no se empleó la técnica y sobre
todo, en que dueños de minas cuyo asiento estaba en Popayán, preferían invertir sus
ganancias en tierras, en comercio de esclavos o en simple gastos ostensible de productos del
exterior. La actual situación del Chocó, gran productor de oro y de platino, es en términos
generales la misma que en la Colonia, pues los bajos salarios pagados por la compañía
extranjera mantienen un mercado reducido, y el excedente obtenido a través de la fabulosa
producción no se reinvierte en la región sino que va a otra parte, no ya a Popayán sino hacia
Norteamérica. La situación del Chocó en la colonia y en general de la minería esclavista,acertadamente la plantea Estantío Zuleta en estos términos: "No puede dudarse en efecto, que
la extracción de metales preciosos es de vital importancia para España —en la situación a que
había llegado le era como vimos, al mismo tiempo indispensable y fatal. En cambio es
igualmente cierto que las regiones donde tiene lugar el auge de la minería, sacan poco
provecho de ello. Para sustentar esta afirmación, basta observar el estado en que se
encuentran las regiones que han sido famosas por su producción de metales preciosos, como
el Chocó y en el caso que nos ocupa, las poblaciones de Zaragoza y Remedios, Cáceres, etc.
Esta simple consideración prueba por lo menos una cosa: la incapacidad de esa actividad
económica para generar en los sitios donde se realiza un progreso acumulativo que pueda
luego mantenerse por sí mismo.
"Cuando la explotación se lleva a cabo por medio de cuadrillas de esclavos, se crea apenas el
mercado de alimentos y vestidos que consumen éstos, sus amos y capataces, mercado
insuficiente para promover una producción agrícola importante, sobre todo cuando se abastece
en regiones más o menos distantes, como es el caso más frecuente en Antioquia. Es además
un mercado que puede desaparecer repentinamente con el agotamiento de las minas y con el
que nadie puede contar como una base definitiva para su estabilidad económica. Todo
progreso realizado sobre esa base es eminentemente precario, como muestra la experiencia
tantas veces repetida del colapso económico general de "la región que debe su crecimiento
demográfico y depende en su producción de una explotación minera. La situación desde el
punto de vista que nos ocupa, es prácticamente la misma cuando en lugar de esclavos se
emplean mano de obra asalariada, en este caso existe mayor circuición monetaria. La
capacidad de desarrollo auto generado, o en otros términos, la inversión consiste en la
ampliación de la mano de obra utilizada o en el mejoramiento de los sistemas, pero ninguna de
las dos cosas implica la creación de un desarrollo económico que pueda sobrevivir al cierre de
la extracción. Es cierto que los capitales acumulados pueden a la larga dirigirse al comercio y
eventualmente a la manufactura, y que en este sentido la actividad minera es importante, pero
esto no tiene que ver nada con la región en que se ubica. El caso del Chocó es muy indicativo
sobre el tema, porque allí se dio la minería como explotación esclavista de manera casi
exclusiva y todo lo que haya podido producir para los empresarios de España, de Popayán, o
para el capital extranjero no ha generado ningún progreso en la región".
Sobre la Provincia de Antioquia escribía Francisco Silvestre en 1789: "Pero lo que más
sobresale en ella y se trabaja son los minerales de oro corrido, o en polvo y es la de donde sale
la mayor porción de este metal, que reducido a moneda, corre en el Reino y sale para España.
Las minas de veta de oro, aunque abundan no se trabajan. Lo mismo sucede a las de plata
despreciándose los de otros metales". En esta provincia hubo fuerte explotación de las minas
de veta en Buriticá, con base en la mano de obra indígena durante el siglo XVI, pero por
problemas técnicos como canales de conducción de agua para el laboreo y por la extinción de
los indígenas debida a la intensa explotación, este tipo de minería desapareció hasta el siglo
XIX, en el que con otras condiciones reapareció. Asimismo se dio durante el siglo XVI la
explotación de minas en Cáceres, Zaragoza, etc., con base en mano de obra esclava, y en los
reales de minas y ciertos entables de consideración se siguió utilizando a los esclavos para la
producción; pero lo importante y peculiar de esta región fue que al lado de la producción
esclavista, y más importante que ella, se desarrolló la minería practicada por productores
independientes. Como veíamos atrás, en el capitulo sobre la esclavitud, en vísperas de la
independencia el historiador José Manuel Restrepo calculaba que en Antioquia sólo un 15% de
la producción de oro se hacia por esclavos. Por su parte el Gobernador Chávez estimaba que a
mediados del siglo XVIII apenas una tercera parte de la producción de oro provenía del estrato
de la minería organizada y en 1851 las cinco sextas partes de los trabajadores de la minería del
oro eran mazamorreros libres.
Esta situación de gran cantidad de productores independientes determinó la configuración
socio-económica de la región. Desde el momento en que un colono, aunque no tuviera capital,
podía dedicarse a la búsqueda del oro, abandonaba cualquier otro tipo de actividad y no estaba
interesado, por ejemplo, en trabajar como asalariado, aparcero o en cualquier otra forma, al
servicio de un terrateniente en las labores agropecuarias. Por esta razón el latifundio tradicional
no prosperó en Antioquia y por esto también, la agricultura fue una actividad dependiente de laminería, para la simple subsistencia y no con destino a la exportación. En las últimas décadas
del siglo XVIII, Pedro Fermín de Vargas hacía una observación de la sociedad colonial,
perfectamente aplicable a Antioquia: "El laboreo de minas en el modo que hoy se practica en
las de oro, además de ser destructivo de la población, encarece de tal suerte los jornales y
maniobras, que por lo general entorpece el adelantamiento de la agricultura, la que siempre es
cadente en los países mineros. Entretenidas las gentes con las vanas esperanzas de alcanzar
la suerte, que uno u otro ha logrado en el beneficio de minas, descuidan del todo los demás
objetos de industria; se empeñan cada día más, y no correspondiendo los sucesos a los
conatos, se arruinan y arruinan consigo a todos aquellos que se dejan engañar con sus vanas
esperanzas". La situación generalizada en Antioquia de mañeros independientes, contribuyó
también a quebrantar la rígida estratificación de castas de la sociedad colonial y a la dispersión
demográfica, en la medida en que el minero se convertía en trashumante buscando suerte en
muchas partes y abandonando el sitio de explotación por otro eventualmente más próspero,
desde el momento en que donde estaba se acababa o escaseaba el oro. Pero la consecuencia
más importante de esta forma de producción es el surgimiento de una clase comerciante, los
"rescatantes" de oro que tenían como función adelantar víveres y herramientas a los mineros,
es decir, venderles al fiado para luego comprarles el oro obtenido, a menor precio,
usufructuando la posición monopolista de vendedores y compradores y el hecho de que
vendían a plazo y compraban de contado al minero que ya estaba endeudado con ellos.
Precisamente, la perspicacia que debieron desarrollar en esta actividad, la fuerte tasa de
ganancias que obtuvieron con el mecanismo monopolista de compra-venta, y la circunstancia
de que lo que obtenían era precisamente oro, hicieron de los comerciantes antioqueños los
capitalistas más importantes del país en el siglo XIX, tanto que el ámbito de sus negocios no se
conformó ya con el comercio provincial sino que abarcó incluso el comercio exterior del país.
"Siendo entonces el comercio de importación una actividad semimonopolística, los núcleos de
trabajadores mineros se veían forzados a aceptar penosas condiciones de trueque. Lo que ni el
terrateniente ni el concesionario de reales de minas pudieron lograr en Antioquia, pudo
entonces realizarlo el grupo comerciante, y ello fue mediante los instrumentos de la compraventa,
reducir el nivel de vida del minero libre al mínimo de subsistencia, extrayendo de su
producción de oro un considerable excedente de ganancia bruta comercial. Pero una parte
considerable de ese excedente debía dedicarse a reponer las pérdidas de capital circulante,
estableciéndose un amplio margen entre el coeficiente bruto y el coeficiente neto de ganancias
que, al conjugarse con un largo período de rotación de capital, imponía estrechos límites a la
tasa potencial de crecimiento del sector comercial. Estos límites han debido ejercer una
restricción al apetito natural del hombre rico por el consumo conspicuo y a mantener viva una
tradición puritana muy propicia para el fortalecimiento del espíritu empresarial antioqueño".

La moneda.
Las primeras monedas conocidas en América fueron españolas: el escudo de oro y el real de
plata. Circulaba también la macuquina, moneda de plata acuñada en México y Lima y la cual
subsistió aun después de la independencia, dando motivo a fraudes.
El sistema monetario español en América, tenía el inconveniente de que se fundaba en una
moneda imaginaria, el maravedí, inexistente en América, lo cual entorpecía la circulación, pues
se hacía la transacción en moneda imaginaria para cubrirse como una real. El oro en polvo vino
a cumplir muchas veces funciones de moneda en las transacciones, pues regiones como
Antioquia "hasta 1789 no usaron la moneda acuñada".
Con el objeto de enmendar esta caótica situación, la Corola dispuso la fundación de casas de
moneda en México, Lima y Potosí, Santa fe, Popayán, etc. Por ordenanza real de 13 de
diciembre de 1751, se ordenó acuñar en Santa fe y en Popayán, monedas de oro de la ley de
22 quilates y forma circular.
"Las pastas de oro se pesaban por marcos, onzas, ochavos, tomines y gramos. El marco tenía
ocho onzas (230 gramos), la onza ocho ochavos, y la ochava seis tomines y el tomín doce
gramos, por cada marco se debía sacar 68 escudos u ocho y media onzas de doblones de
ocho escudos, es decir, que producía 136 pesos".
Casas de moneda
En 1559 se iniciaron las investigaciones para la fundación de una casa de moneda en Santa fe.
En 1590 se despacharon de la metrópoli los primeros implementos necesarios para su
funcionamiento, pero sólo en 1627 se inició la acuñación en firme. Con el objeto de evitar el
contrabando de oro producido en el Chocó y el Cauca se autorizó al Ayuntamiento de Popayán
en el año de 1729 para la fundación de una casa de moneda en esa ciudad. Se concedió
privilegio, para que la hiciera funcionar, a Pedro Agustín de Valencia, en 1749; fue clausurada
en 1762, para ser reabierta en el año de 1768.
Del hecho de que la Corona española se hubiera desprendido del derecho de emisión en favor
de particulares, se derivaron una serie de pleitos entre éstos en las casas de moneda de Santa
fe y Popayán.
Funcionaron también casas de fundición en Cartago, Anserma, Cali, etc., con el único objeto de
fundir el oro y recaudar el quinto real, previniendo así la fuga ilegal del metal hacia el exterior
sin previo pago de derechos fiscales.

capitulo 6.... impuestos en la colonia

IMPUESTOS EN LA COLONIA
“Para la percepción de los impuestos se optaron dos sistemas: el de la recaudación y administración
directa por parte del Estado, y el de la adjudicación por remate a los particulares. Los impuestos se
iban creando según la necesidad del momento, sin análisis técnico de su incidencia. En ocasiones se
creaban para imputarlos a una determinada actividad estatal, y en ocasiones se nombraban
funcionarios especiales con el solo objeto de la tasación y cobro de un determinado impuesto. Todo
ello aumentaba innecesariamente la burocracia para la tasación, recaudación y manejo”.
“Para la organización fiscal en América se establecieron en 1605 tres Tribunales de cuentas: uno en
México, otro en Lima y otro en Santa Fe de Bogotá. Hubo además un Contador especial en La
Habana y otro en Caracas”.
“Es necesario al enunciar los impuestos coloniales, referimos a los civiles y a los eclesiásticos,
ambos recaudados por el poder público, pues por razón del patronato eclesiástico confiado por el
Papa Alejandro VI a los monarcas españoles, éstos quedaron con derecho a percibir ciertas rentas y
tributos eclesiásticos, con la obligación de sostener el servicio del culto”.
Algunos de los tributos que pesaban sobre la sociedad colonial, eran entre otros:
La Avería: consistía en una especie de derecho de aduana que gravaba las mercaderías enviadas de
España a las colonias o viceversa. Posteriormente fue establecido el Almojarifazgo, que cumplía la
misma función.
La Media Anata: por este impuesto, los empleados civiles debían pagar a la Corona la mitad de lo
que recibieran el primer año, por concepto de sueldos, gajes y demás emolumentos obtenidos de su
empleo.
La Alcabala: que en un principio tuvo carácter transitorio pero que luego fue de vigencia
permanente, gravaba la venta de bienes muebles e inmuebles.
El Quinto Real: era el impuesto que debían pagar los mineros por el oro obtenido. Tuvo varias
formas de tasación y lo elevado dé su importe fue una de las causas más estimulantes del
contrabando.
El Impuesto de la Armada de Barlovento: creado en 1.635, con el objeto de establecer la lucha
contra los corsarios del Caribe, gravaba el consumo de artículos esencialísimos. Su aumento fue una
de las causas inmediatas para el levantamiento de los comuneros en el año de 1.781.
La Sisa: un gravamen de origen medieval, era el porcentaje de peso y medida, que el vendedor
sustraía al comprador, en las transacciones menores, en beneficio de la Corona.
Los Valimentos: consistían en la apropiación que la Corona se hacía de los sueldos de sus
empleados, en momentos de afugio económico, unas veces con la promesa de devolución y en la
mayoría en forma definitiva. Esta práctica desmoralizaba a los funcionarios y los impulsaba a la
venalidad...
Gracias del Sacar: era la suma percibida por la. Corona, cuando otorgaba ciertos privilegios o
concesiones a alguno de sus súbditos, tales como el suplemento de edad para ocupar cargos
públicos, o la concesión de títulos de nobleza. Muy conocido es el caso de Jorge Tadeo Lozano, a
quien en 1.762 le fue concedido el título de Marques de San Jorge quien se negó a pagar el precio
del ennoblecimiento, por lo cual fue encarcelado y despojado de su marquesado.
Como arbitrio fiscal debe tenerse en cuenta el remate de algunos cargos públicos a partir de Felipe
II, y la venta de tierras en remate, sobre todo a partir del siglo XVII. Los indígenas entre los 18 y los
50 años, pagaban el tributo de indígenas, establecido en 1523 y el cual los eximía de otras cargas
tributarias. En 1821, al reconocerse a los indios igualdad ante la ley se les dio igualdad ante el
tributo y en consecuencia, el tributo de indígenas fue abolido y éstos quedaron sujetos a los demás
gravámenes. En 1828 Bolívar lo restableció, pero José María Obando en su primera Presidencia, lo
abolió definitivamente.
Entre los impuestos eclesiásticos, que por la causa arriba anotada eran ingresos de la Corona, deben
destacarse los siguientes:
El Diezmo: era un gravamen sobre los frutos vegetales y sobre las crías de los animales, con destino
al servicio del culto. Precisamente Antonio Nariño, quien era recaudador, de ellos, incurrió en un
desfalco al no poder presentar los dineros confiados a su custodia, en el momento en que se le
exigían. Sin embargo, para juzgar su conducta hay que tener en cuenta las prácticas y costumbres de
la época que autorizaban a los que habían rematado la recaudación para negociar con los dineros
percibidos, hasta entregarlos en una fecha predeterminada. Nariño, que había traducido los
“Derechos del Hombre”, fue acusado políticamente y obligado en lo inmediato a restituir los fondos
antes de la fecha de vencimiento de su cargo, con la consecuencia de que resultó fallido, no obstante
que los créditos a su favor, los cuales esperaba hacer efectivos antes de la fecha fijada para la
rendición de cuentás, eran superiores a la suma adeudada al Tesoro.
La Mesada Eclesiástica: Era la deducción que la Corona hacía de la duodécima parte de la renta de
un año, obtenida por causa de su Oficio, por los miembros del clero.
Los Espolios: eran los bienes muebles e inmuebles que dejaban los Arzobispos y Obispos al morir
y que pasaban a la Corona.
Las Vacantes Mayores: eran las rentas que percibía la Corona, desde el día de la muerte de un
prelado, hasta el día en que la Santa Sede preconizaba el sucesor.
Los estancos funcionaban como un arbitrio rentístico importantísimo (6), y por esta razón el
principal de ellos se prolongó varias décadas después de lograda la independencia. Operaban de la
siguiente manera: el Estado era el único comprador y por consiguiente el único vendedor del
producto, y sus ganancias se derivaban de la diferencia entre el precio de compra y el de venta. Con
relación a su cultivo, él Estado por lo regular establecía el número de matas que podía plantar el
agricultor y las zonas de explotación, imponiendo al contraventor severas penas que podían llegar
hasta la confiscación y la muerte. El estanco lógicamente inhibió el libre crecimiento de la
economía y los producios a él sometidos no se rigieron por la necesidad del mercado, sino por la
concepción fiscal de la Corona. En otros países en donde ciertos productos no estuvieron
entorpecidos por esta traba, como el caso de los aguardientes en Venezuela, la producción creció
ante la necesidad del mercado capitalista. En nuestro país, los dos principales productos agrícolas a
él sometidos, fueron el tabaco y el aguardiente de caña”.

capitulo 5... el comercio en la colonia

EL COMERCIO
El rasgo más característico de la economía colonial consistió en su confinamiento en pequeños núcleos
urbanos, cuya supervivencia dependía menos del trafico comercial que de su capacidad de autoabastecimiento
en ciertos recursos esenciales. Esporádicamente uno de tales núcleos podía romper el aislamiento y concentrar
temporalmente un cierto grado de riqueza, como cuando se accedía a un rico yacimiento minero. El comercio
interno estuvo así subordinado a las fluctuaciones y a los ritmos impuestos por la minería.
En el conjunto colonial hispanoamericano la minería neogranadina del oro significó también su aislamiento
relativo. En una red de intercambios coloniales que gravitaba sobre los ejes de grandes centros mineros como
Potosí, la presencia de la Nueva Granada fue marginal. Potosí pudo en efecto subordinar las actividades de un
amplio espacio económico e imponer ciertas formas de especialización productiva regional. De esta manera
surgieron los obrajes de Quito, el comercio de muías en el noroeste del Río de la Plata o la comercialización
de los cereales del valle Central de Chile.
En contraste, el espacio económico de la Nueva Granada aparece desarticulado y sometido a los azares de una
frontera minera cambiante. El auge y la decadencia de algunas ciudades estuvieron asociados directamente
con la aparición súbita y la desaparición no menos rápida de reales de minas. En el siglo XVI, por ejemplo.
Pamplona se benefició con el descubrimiento de los yacimientos de Vetas, la Montuosa y Río del Oro.
Después de un corto período de prosperidad y de extravagancia en los consumos que le valieron el nombre de
"Pamplonita la loca", la ciudad entró en un período de larga decadencia. Poblados como Vitoria o Guamocó
podían desaparecer sin dejar rastro o convertirse en sombras. Durante el siglo XVIII ciudades como Popayán,
Medellín y Rionegro hicieron su fortuna con la internación de mercancías en los reales de minas del Chocó,
Rionegro y Santa Rosa.
El auge minero estuvo asociado con consumos conspicuos entre una capa ínfima de la población. La
satisfacción de tales consumos dio un prestigio desmesurado al ejercicio del comercio de las llamadas ropas
de Castilla, es decir, de géneros importados que podían proceder de muchos centros manufactureros europeos
de artículos de lujo. El comercio más lucrativo fue con todo, el de los esclavos negros.
Como se ha visto, en este comercio intervenían rivalidades de las grandes potencias europeas. El comercio de
esclavos, o trata, trajo consigo también la introducción ilícita de otras mercancías. La extracción de oro en
polvo favorecía especialmente el contrabando, tanto de esclavos como de mercancías. Ello condujo a
prohibiciones rigurosas de navegación en los ríos Atrato y San Juan y al establecimiento de un engorroso
sistema de guías y contraguías que los comerciantes debían exhibir en Mompox. Honda. Nare y las ciudades
en donde debían expender sus mercancías. El deseo de preservar la colonia del contrabando y la influencia
extranjera condujo también a la creación del virreinato de la Nueva Granada en 1719 y de nuevo en 1740.
Los mercaderes de la carrera se ocupaban del comercio al por mayor, en contacto directo con factores de las
casas sevillanas o gaditanas que operaban en Cartagena, y sus operaciones individuales podían alcanzar el
monto de una mediana fortuna. Muchas veces se trataba de criollos o de inmigrantes españoles que podían
convertirse con el tiempo en terratenientes o financiar empresas mineras. Al lado de tan prestigiosos
comerciantes figuraban también pequeños tratantes o comerciantes al por menor, que por lo común tomaban
mercancías a crédito y las distribuían, igualmente a crédito, en centros de
consumo como los reales de minas o villas y pueblos de indios. Por debajo de ambos estratos reconocidos de
comerciantes actuaba una masa heteróclita de intermediarios, principalmente pulperos y contrabandistas de
tabaco y aguardiente.
Durante los siglos XVI y XVII el comercio estuvo limitado por la circulación restringida de signos
monetarios. Aun si los indígenas fueron obligados en alguna medida o monetizar ciertas relaciones sociales
básicas, la coerción sobre el trabajo los privaba de un acceso a la moneda. Semejante situación preservó las
formas tradicionales de los intercambios indígenas. Este tipo de relación debió de extenderse incluso a la
masa creciente de mestizos que se iban incrustando en los resguardos indígenas. En el curso del siglo XVIII,
sin embargo, blancos pobres, mestizos y mulatos encontraron una oportunidad en la comercialización de
productos como el tabaco, la miel y el aguardiente. Después de 1740 la Corona emprendió la tarea de estancar
estos productos de un amplio consumo. Ello dio origen a conflictos sociales esporádicos y a la aparición de
contrabandistas como un tipo social. La implantación definitiva de los estancos iba a producir una conmoción
de proporciones todavía mayores. Pero esto abre un nuevo tema que se inicia con la consideración de las
llamadas reformas borbónicas.
Resumen de INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA ECONÓMICA DE COLOMBIA. Alvaro Tirado Mejía.
Editorial la carreta

capitulo 4 ... tierras en la colonia

LA TIERRA EN LA COLONIA
“Por el dominio de la tierra se han presentado y se presentarán los más graves conflictos sociales en
América. Nuestra historia ha estado enmarcada en el cuadro de la desposesión territorial de las masas en
beneficio de unos pocos... Tan solo habían transcurrido cinco años desde el Descubrimiento de América y
ya el problema de la tierra hacía tambalear al gobierno de Colón... la autoridad específica para asignar
tierras, a condición de que fueran ocupadas durante cuatro años consecutivos, se le concedió en 1497,
antes de su tercer viaje, y es significativo que cuando, dos años más tarde, se entregaron parcelas al
rebelde Roldán y a sus secuaces, se apaciguó la oposición más seria al gobierno de Colón" (Tirado
Álvaro, p.49)
“Como elemento fundamental para comprender el problema de la tierra durante la colonia y el
surgimiento de la propiedad en América, debe tenerse en cuenta que el Monarca español reivindicó para
sí el dominio de los territorios descubiertos y toda propiedad territorial de él emanada: "Los descubridores
tomaron posesión de las tierras y aun de los mares descubiertos, no como señores, en el sentido político
medieval de esta palabra, sino como representantes de la Corona, como mandatarios de los Reyes de
España". La tierra, mientras no se adjudicara por el Monarca a indígenas o conquistadores, era una
regalía, de allí el nombre de tierras realengas a las que pertenecían al Rey, como patrimonio de la Corona,
en su calidad de Jefe del Estado. La fase de conquista se llevó adelante principalmente por medio de
Capitulaciones que eran contratos celebrados entre la Corona y el conquistador. Por medio de ellas el
beneficiario adquiría ciertas prerrogativas y contraía ciertas obligaciones entre las cuales estaban las de
descubrir, conquistar y poblar. Los adelantados o beneficiarios de las capitulaciones tuvieron facultad de
repartir tierras entre los españoles y de allí que el "repartimiento" fue el primer título de propiedad sobre
la tierra.” (Tirado, págs. 49 – 50)
“Mas la tierra no se adjudicaba en forma simple de manera que el propietario se bastara con el solo título
sin ninguna obligación. La voluntad del Monarca fue expresa y la legislación reiterada en el sentido de
que el beneficiado debía cultivar la tierra y habitarla.”(p. 50)
“Estas disposiciones enmarcaban claramente dentro de la finalidad de la conquista, puesto que era de
interés para el Estado español que sus dominios se ensancharan y poblaran efectivamente, que los
territorios coloniales se integraran realmente a la explotación económica, pues en esta forma sus ingresos
tributarios aumentarían y al crecer la riqueza colonial aumentaría también su riqueza y poderío”.
“Por lo común se repartían varias "peonías" o "caballerías". Una caballería abarcaba cinco peonías y
equivalía a "quinientas fanegadas de labor para pan de trigo o cebada; cincuenta de maíz; diez hierbas de
tierra para huertas; cuarenta para plantas de otros árboles de secadal; tierra de pastos para cincuenta
puercas de vientre, cien vacas, veinte yeguas, quinientas ovejas y cien cabras" con el agravante de que por
desconocimiento del terreno los linderos quedaban inciertos, amparados de lo cual los propietarios
abarcaban más tierra de la que les pertenecía, con resultados como los que se vieron en el siglo XVI en la
Nueva Granada en que "una merced de quinientas hectáreas, por ejemplo, se hubiera convertido, en el
curso de poco tiempo en un latifundio improductivo de 20.000 hectáreas; y que una merced de 10.000
hectáreas, otorgada a alguno de los Nobles del Reino, hubiera dado origen de la noche a la mañana, a un
imperio territorial de 200.000 hectáreas, cuando no de más. De esta manera se había cumplido la
ocupación práctica de todas las tierras del Reino que, por su localización y calidad, tenían algún valor
económico"
“En estas circunstancias, para fines del siglo XVI ya unas pocas personas habían acaparado las tierras
mejores, más cercanas a los poblados y con vías de comunicación, dando lugar a un agudo problema de
tierras padecido no solamente por los indígenas, sino también por los nuevos inmigrantes europeos”.
“Sucedía que muchos propietarios de hecho habían extendido los límites de las antiguas concesiones, o
que otras personas o entidades no tenían muy claros los títulos de adquisición. El Monarca, entonces,
permitió convalidar dichas situaciones siempre y cuando se le pagara una determinada suma de dinero. La
medida revelaba un claro criterio fiscal, muy propio de la tendencia inaugurada con Felipe II, de vender
empleos y legalizar títulos dudosos con tal de recaudar dinero, para salvar el déficit fiscal en que se vio
envuelto el Estado español. Asimismo implicó la medida que se fuese aflojando en el requisito de moraday labor, puesto que quedaba en última instancia la posibilidad de conservar o readquirir títulos sobre la
propiedad, siempre y cuando se pagara una suma para alcanzar la composición El otro elemento que debe
considerarse, es que con estas medidas el Estado reafirmaba el criterio de que la adjudicación que hacía
no era absoluta y que en cualquier momento estaba en posibilidad de invalidarla o recortarla, si no se
cumplían ciertos requisitos... . Como hemos visto, dos maneras había para que los españoles o sus
descendientes adquirieran tierras en América: la merced o adjudicación por parte del Monarca, o la
composición sobre terrenos de titulación dudosa. A éstas hay que agregar una tercera que se generalizó
especialmente en los siglos XVII y XVIII: la venta o remate”. (Págs. 51-53)
“El resultado fue que para el siglo XVIII una reducida oligarquía terrateniente que no daba destinación
económica a la tierra, la ocupaba a costa de los indígenas y de los otros sectores de la población en espera
de una valorización, o alquilándola para vivir cómodamente de las rentas”.
“No sobra insistir en que las concesiones hechas por el Monarca a los indígenas por medio de resguardos
no eran más que la adjudicación limitada de tierras que les pertenecían... Los resguardos fueron
establecidos especialmente entre 1595 y 1642 (10). En un comienzo, más o menos bastaron para albergar
a la población indígena, pero con el tiempo fueron quedando cerca a los centros poblados y con vías de
comunicación, circunstancia que tentó la codicia no sólo de los terratenientes sino también de una serie de
españoles pobres... Los mestizos y los recién llegados chapetones sólo podían vivir en propiedades
españolas como arrendatarios y les estaba vedado residir en los resguardos por no ser indios puros. Pero
como muchas veces sucede, se le halló escape a la .ley... Todo conspiraba con el mínimo derecho de los
indígenas a tener sus tierras. Los latifundistas voraces por las tierras de resguardo y por mano de obra
barata, los mestizos y colonos pobres”. (Págs. 54-56)
“En general, las comunidades religiosas que se asentaron en América acumularon grandes riquezas,
invertidas especialmente en tierras, pero acá solamente nos vamos a referir a la de los Jesuitas cuyas
misiones y haciendas fueron las más famosas y prósperas. Sus posesiones las podemos agrupar en tres
secciones: las misiones, las haciendas y los colegios”
“En esas circunstancias los Jesuitas fueron verdaderos innovadores en cuanto a métodos para lograr el
trabajo de los indígenas y, a diferencia de los encomenderos y en general de los demás colonizadores, no
acudieron directamente a la fuerza para lograr el servicio. El método empleado fue el de iniciar a los
indígenas en las practicas agrícolas a través del cultivo en común, destinando parte de lo obtenido para las
necesidades de la colectividad. Más adelante dividieron la tierra trabajada en dos secciones: "El Campo
de Dios" laborado en común y "El Campo del hombre" que estaba dividido en parcelas, con trabajo
individual y no negociable. Los instrumentos de trabajo eran por lo regular de propiedad colectiva”.
“Las misiones jesuitas en los Llanos Orientales se iniciaron en la tercera década del siglo XVII y cuando
la Compañía fue expulsada de los dominios americanos en 1767 había logrado constituir un gran dominio
económico en el que se producían en gran escala bienes agropecuarios y manufacturados con técnica y
eficiencia en general superiores a las del resto del país”.

Las haciendas
“De gran importancia fueron también las haciendas de los jesuitas por su valor económico y por las
técnicas de organización... las haciendas estaban ubicadas dentro del marco de la economía colonial y sus
utilidades se destinaban en parte a mantener los colegios de la orden”.
Tanto las misiones como las haciendas estaban sujetas a un estricto control económico, que se llevaba a
cabo por medio de libros de contabilidad minuciosamente llevados, balances periódicos y visitas de los
superiores a los administradores. Todos los bienes debían estar inventariados en libros y cada cambio de
administración implicaba nuevo inventario. Todo papel, carta o recibo en que constaran títulos,
obligaciones o derechos debía ser guardado” (Tirado Mejía Álvaro, págs. 57 – 63).

capitulo 3... la esclavitud

LA ESCLAVITUD
Álvaro Tirado (1975) plantea que: “En América se revivió el régimen de esclavitud que había tenido su
apogeo en la antigüedad (Oriente, Grecia, Roma), y el cual, si bien no había desaparecido durante la Edad
Media, sí había perdido importancia económica en ese período. Desde sus primeras experiencias
colonialistas en las Islas Canarias, Azores y Maderas, España y Portugal se habían valido de mano de
obra esclava”.
“Con la dominación colonialista en las Antillas y la intensísima tasa de explotación la población
autóctona estaba desapareciendo. El Estado español quería racionalizar la explotación y en consecuencia
no podía permitir la extinción de la mano de obra, por lo cual, aparte de ciertas medidas de orden legal
corno la prohibición de esclavizar a los indígenas, tomó otras en el sentido de autorizar la introducción de
esclavos negros a América... Las Casas, antiguo encomendero, tuvo piedad de los indígenas y con el
objeto de liberarlos y aliviar sus sufrimientos propuso la introducción de esclavos africanos que los
sustituyeran... cuando la Corona tomó interés en que la raza indígena no se extinguiera y prohibió su
esclavización (Cédula 2 de agosto de 1530)”
Y continúa Tirado: “Sobre por qué de la esclavitud en América surge una respuesta: era una necesidad
económica que el caso de las Antillas ilustra perfectamente (2). A la llegada de los europeos a la Isla La
Española, ésta era habitada por unos 100.000 indígenas. En 1508 sólo contaba con 60.000, en 1554 con
30.000 y en 1557, sólo quedaban 500”(1.975, pags. 32 y 33).
“Los esclavos africanos fueron llevados a donde la raza indígena se había extinguido o no se había
desarrollado, y en donde en consecuencia no podía cumplir una función para el trabajo sometido. En
Colombia las costas Pacífica y Atlántica así como las hoyas de los ríos Cauca y Magdalena, tanto como el
Chocó, son muestra de esta situación. Como a la llegada de los españoles no existían en estas regiones
tribus numerosas y desarrolladas y los indígenas que las poblaban eran sumamente belicosos y fueron
exterminados, fue necesario para los españoles asentar la economía sobre la esclavitud”
“El comercio de esclavos se convirtió en una de las empresas más codiciadas por las potencias
mercantilistas no solamente por el volumen del tráfico sino también, porque detrás de él se desarrollaban
diferentes formas de penetración comercial. Su importancia puede medirse con el siguiente dato: en 1598
la casa de Contratación de Sevilla, en un informe al Rey, se refería a la exportación de esclavos a América
como a la mercancía más importante que se llevaba a las Indias” (Tirado, p. 34).
“El tráfico de esclavos fue más intenso en la Nueva Granada que en cualquiera otra parte de las Indias.
Las factorías de Cartagena y Panamá se distinguieron por su actividad entre las ocho reservadas para las
colonias españolas en América”.
Dice Colmenares (1.987) que: “Por algún tiempo el Imperio español gozó de un acceso privilegiado a los
enclaves que los navegantes portugueses habían establecido en las costas africanas. La unión de las dos
coronas permitió arreglos provechosos para el erario español con comerciantes portugueses. La Corona
española les otorgaba licencias sueltas y asientos, o contratos que involucraban la traída de un número
masivo de esclavos a las colonias españolas de América, a cambio del pago de unos derechos por cada
esclavo. La separación de Portugal en 1640 dejó al imperio español sujeto a otras potencias europeas para
procurarse los esclavos africanos que necesitaba para sus colonias “...”La importancia del comercio en
esclavos africanos para el desarrollo del capitalismo europeo ha sido comparado con la que tuvieron el
oro y la plata americanos”.
“La subsiguiente guerra de sucesión, que duró hasta 1713, no solo arrebató a España sus posesiones
europeas, en Italia y los Países Bajos, sino que, por el tratado de Utrecht, otorgó a los ingleses el
monopolio de la trata de esclavos para sus colonias. Este momento coincidió con el auge de introducción
de esclavos a las minas chocoanas ( 1715-1740)” (Colmenares, Historia Económica de Colombia, ed.
Siglo Veintiuno, pgs. 38-40).

ACTIVIDADES ECONÓMICAS DE LOS ESCLAVOS
“Durante el período colonial especialmente a partir del siglo XVII, la esclavitud fue la base de la
producción minera. La utilización de técnicas primitivas y la carencia de equipos hicieron que la mano
de obra esclava fuera elemento decisivo dentro de los factores de producción”.
“Con relación a la agricultura deben destacarse dos formas de producción, la gran plantación y la
pequeña unidad agrícola. En ambas fue importante la mano de obra esclava”.... ''Los trapiches de caña,
hatos de ganado y haciendas de labranza de la Costa Atlántica, eran trabajados casi en su totalidad por
esclavos... En general puede esgrimirse que la ganadería, la agricultura, especialmente de caña, y la
producción de azúcar y miel se hacía con mano de obra esclava".
“Por razón de prejuicios de los españoles hacia cierto tipo de trabajo material, algunas actividades
artesanales tales como carpintería, sastrería, peluquería, zapatería, etc., fueron encomendadas a los
esclavos y libertos descendientes de éstos”.
“A raíz de la prohibición de la Mita para la boga en el río Magdalena (1598), los esclavos sustituyeron a
los indígenas en esa actividad de transporte”...” los esclavos llenaron todas las actividades productivas de
la Colonia, y en ocasiones fueron competidos a ejercer otras no productivas, pero sí lucrativas para sus
amos, como la prostitución de esclavas en beneficio económico de éstos” (Tirado, Págs. 35-37).

IMPORTANCIA DE LA ESCLAVITUD
“La institución fue importantísima para la vida económica de la Colonia, especialmente a partir de finales
del siglo XVII. Sobre ella pesaba en mucha parte la producción en las diferentes actividades”. ..”los
esclavos eran también un sector importante de la población colonial. Francisco Silvestre calculaba en el
año de 1779 que sobre una población total de 800.000 habitantes había 53.788 esclavos, y en ciudades
como Cali y Cartagena, la población esclava y negra libre llegaba a igualar y superar a otros sectores
raciales” (Tirado, p. 38)
Germán Comenares (1.987) plantea lo siguiente sobre la esclavitud en la colonia: “A pesar de que
Cartagena era el puerto privilegiado para la entrada de africanos a las colonias españolas de Suramérica,
solo los yacimientos antioqueños se trabajaron íntegramente con esclavos durante el primer ciclo minero.
En el momento de mayor auge de las minas de Antioquia, entre 1590 y 1600, trabajaban allí unos seis mil
esclavos, la mitad de los cuales correspondían a Zaragoza. La cifra no es nada desdeñable, pues se
aproxima al tope de los esclavos en el Chocó en el segundo ciclo. Las cuadrillas de los restantes centros
mineros en el siglo XVI totalizaban un número reducido de esclavos, mucho menor en todo caso que el de
los indígenas empleados allí...“En cambio el ciclo minero de la gobernación de Popayán reposó
íntegramente en el trabajo esclavo. Para entonces España había perdido, desde 1640, un acceso directo a
las fuentes de aprovisionamiento de esclavos en las costas occidentales de África. Vale la pena detenerse
un poco en este problema” (p. 38).
CIMARRONISMO Y PALENQUES
"Esclavos cimarrones" eran los que se habían huido de sus amos. "Palenque" fue el término que se acuñó
para designar los asentamientos de esclavos huidos, con organización propia, métodos de defensa y
eventualmente medios de ataque contra las autoridades españolas. En ellos los esclavos cimarrones
encontraban segura protección. El más famoso de los palenques de la Nueva Granada fue el de San
Basilio en la Gobernación de Cartagena, surgido en 1600 como consecuencia de la rebelión de treinta
negros comandados por el esclavo Domingo Bioho, exmonarca de un estado africano. Después de vencer
a los amos convirtieron el palenque en base de actividades militares sobre Cartagena, Tolú, Mompós y
Tenerife, atacando sobre todo las haciendas. Las expediciones que el gobierno español envió para
someterlos fueron impotentes. A la postre las autoridades tuvieron que llegar a un acuerdo con los
insurrectos, concediéndoles algunas prerrogativas y la libertad. Al jefe del Palenque, el negro Benkos, le
fue permitido vestir a la española, con espada y daga dorada pero no el título de Rey de Arcabuco”.
“La esclavitud supervivió mientras fue rentable, cuando dejó de serlo desapareció. Con el surgimiento del
proletariado no tuvo razón de ser; el amo tiene que hacer una inversión en su esclavo, debe alimentarlo y vestirlo, y si lo obtiene por nacimiento debe criarlo sin que en los primeros años pueda recibir en
compensación trabajo de él; si el esclavo envejece tiene que mantenerlo aunque sus servicios no le
compensen los gastos”
“Antioquia fue la región de la Nueva Granada en la que primero se hizo antieconómica la esclavitud, por
eso allí, y no por el innato amor de la "raza antioqueña" a la libertad, se dieron los primeros pasos
antiesclavistas. En Antioquia se emplearon desde el comienzo esclavos para el laboreo de las minas pero
en tres siglos se dieron condiciones para que la institución se hiciera antieconómica”.
“Los ideólogos de los comerciantes o de las clases y potencias que estaban interesados en la abolición,
hablaban de igualdad y de libertad, y en ocasiones aducían la mentira piadosa de que el cristianismo
pugnaba con la esclavitud. Los propietarios de esclavos acudían también a los textos sagrados y con base
en las ideas ilustradas del liberalismo recordaban que la libertad era un postulado esencial pero que por
encima de este derecho estaba el de propiedad para los amos”.
“En el año de 1821, en el Congreso de Cúcuta se dictó la ley de libertad de partos que atacaba a medias la
institución de la esclavitud puesto que no liberaba a los que ya lo eran e imponía a los hijos de esclavos,
nacidos bajo el imperio de la disposición, la obligación de servir gratuitamente a sus amos hasta la edad
de 18 años, es decir, que los primeros nacidos bajo tal ley, sólo obtendrían la libertad real en 1839”.
“En el año de 1851, dentro de las reformas anticoloniales que se hicieron, la esclavitud fue abolida por
medio de la Ley 21 de mayo de 1851. En este momento había en la Nueva Granada 16.468 esclavos”
(Tirado, págs. 38-47).

capitulo 2...instituciones socio-economicas de la colonia

CAPÍTULO II INSTITUCIONES SOCIO-ECONÓMICAS DE LA COLONIA
LA ENCOMIENDA
La Encomienda consistía "en un núcleo de indígenas, por lo general un clan o una tribu, que era obligado
como grupo primero y más tarde per cápita a pagar temporalmente a un español meritorio un tributo que
fijaban los oficiales de la Corona, como cesión de la carga fiscal debida al rey y con obligación para el
beneficiario, entre otros deberes, de ocuparse de la catequización y adoctrinamiento de los indios quienes
seguían dentro de la administración y jurisdicción de la Corona" (1) Tirado Álvaro, p. 19.
1. Tenía una finalidad primordialmente tributaria. En un comienzo dio facultad al encomendero para
obtener el servicio personal de los indios encomendados y aun después de que esta práctica fue prohibida
por la ley, la necesidad económica siguió primando sobre el derecho y los indígenas, además de estar
sujetos al tributo lo estuvieron a la carga del servicio personal.
2 No daba ningún derecho sobre la tierra, pero en la práctica el encomendero muchas veces se apoderó
de ella y aun hubo ocasiones en las que se alegó con éxito para obtenerla.
3. Hubo contradicción entre lo predicado por las leyes y lo practicado, imponiéndose la práctica sobre
aquéllas en la mayoría de las veces.
4. Era una institución económica fundamental, sobre todo en la forma de servicios personales, en
épocas en las que la tierra valía poco y en las que lo escaso era la mano de obra.
En América se presentaban condiciones que permitieron el desarrollo de la Encomienda. En primer
término, las sociedades indígenas sometidas por los españoles eran grandes en número, en segundo,
tenían cierto grado de civilización y además, los indígenas estaban acostumbrados al trabajo agrícola y
por lo regular habitaban tierras propicias para esta actividad. Con estas características, era más cómodo
para el gobierno español preservar las organizaciones indígenas y ponerlas a producir y a tributar, que
exterminarlas, como lo hicieron los ingleses en el norte o los mismos españoles con otras tribus más
belicosas y menos aptas para el trabajo sometido.
Carácter tributario de la encomienda
Aparte de la práctica del servicio personal, en un comienzo autorizada legalmente y luego proseguida al
margen de la ley, la finalidad principal de la Encomienda era la tributación. En esto, la institución estaba
acorde con la función que hasta el siglo XVIII cumplieron las colonias para España. A este país le
interesaban el oro y la plata más que cualquier otra cosa. Por esta razón, para que los indígenas trabajaran
sometidos y fueran permanentemente fuente de tributos, la Corona dictó una serie de medidas protectoras
de los naturales, disfrazadas con ropaje religioso o humanista, pero en el fondo con la finalidad muy clara
de preservar la raza indígena para el trabajo y la tributación. Al desarrollar esta política, la Corona entró
en contradicción con los españoles venidos a América. A éstos les interesaba obtener el mayor provecho
posible en poco tiempo, no importándoles que la raza indígena se extinguiera. La Corona, por el
contrario, miraba a largo plazo, con la calma con que puede mirar un Estado, pero el Encomendero quería
enriquecerse en una vida y esquilmar hasta el máximo a los sometidos.
A los tributos que tenían que pagar los indígenas encomendados se les daba el nombre genérico de
DEMORA, la cual comprendía el tributo para el Encomendero, las pensiones particulares, el quinto para
el Rey, el estipendio para el cura doctrinero y el sueldo para los corregidores. La demora cuyo pago se
hacia dos veces al año, en el día de San Juan y en Navidad, pesaba sobre el grupo social y no sobre el
individuo. En el cacique se personificaba la obligación y él distribuía las cargas en el interior del clan o de
la tribu, con el agravante de que a medida que el número de indígenas iba disminuyendo, y como el
tributo permanecía constante, la carga para cada persona iba en aumento con el correr del tiempo.
Los españoles encontraron que era más cómodo para la Administración preservar el grupo social y aun
dar ciertas funciones políticas al cacique, pues de esta manera conseguían con él un fiel servidor que
conocía el grupo, su lengua y sus costumbres y evitaban nombrar funcionarios que por no tener esos
conocimientos no eran tan efectivos. En desarrollo de esa poética, Carlos V dispuso el 17 de diciembre de
1551, que los caciques tendrían jurisdicción criminal entre los indios de sus pueblos, reservando para la
Audiencia los casos en que la pena fuera de muerte.
El encomendado pagaba en un principio su tributo en oro, pero a medida que éste fue escaseando lo pagó
en mantas, maíz, etc. La tasación la hacía un oficial del Rey, y de ella se sacaban sendas copias para el
encomendero y para el oficial real. El encomendero no podía vivir en la Encomienda ni hacer casa ni
bohío en el territorio donde estuviera asentada.
Duración de la Encomienda
La Encomienda tenía una duración limitada por una, dos y en casos especiales hasta por cinco vidas. Con
excepciones contadas, de casos en que fueron concedidas a perpetuidad, en la Nueva Granada eran
adjudicadas por dos vidas, al cabo de las cuales revertían a la Corona, o se volvían a repartir. En un
comienzo, a la muerte del Encomendero, se distribuían los indígenas entre sus sucesores o entre varias
personas, pero a petición hecha por Gonzalo Jiménez de Quesada ante el rey, pues esta práctica causaba
despoblación y quebrantaba los clanes, el monarca resolvió que las encomiendas serían indivisibles.
¿Era la Encomienda una Institución Feudal?
Es lógico que si tomamos el término "feudal" en su sentido estricto, la respuesta es negativa. El
Encomendero no tenía las atribuciones del señor Feudal: no tenía Jurisdicción, no podía acuñar moneda,
no tenía derecho sobre la tierra de la Encomienda, no podía erigir morada ni habitar en ella, y hasta le
estaba prohibido pasar más de una noche en su territorio, como lo vimos. Pero sí podemos ver en la
institución una tendencia feudal con determinadas características; el Monarca español, precisamente para
controlar a sus súbditos de las colonias, fue parco en otorgarles títulos y privilegios de nobleza. Cortés fue
una de las pocas excepciones (4). En desarrollo de esa política de ilusionar al emigrante y al mismo
tiempo frenarlo, los monarcas españoles se valieron de esta institución que si bien daba un título al
vasallo y le proporcionaba posibilidad de vivir sin trabajar, no tenía para la Corona los peligros de una
nobleza con las características de clase guerrera levantisca. El encomendero obtenía así la servidumbre
del indígena, y el monarca español, al mismo tiempo que frenaba, halagaba el orgullo del español venido
a América.
Importancia de la Encomienda.
La institución fue importante sobre todo en los siglos XVI y XVII; en los siguientes entró en decadencia.
Su importancia se manifiesta si observamos que en un comienzo la tierra era fácilmente obtenible y que la
escasez de mano de obra era la que daba el valor a la producción y que, precisamente, durante la etapa de
la Conquista y primeros siglos de la Colonia, el trabajo se hizo por medio de indígenas reducidos a la
Encomienda y a la Mita. Posteriormente los asalariados y los esclavos cubrieron la producción (5). Si
miramos el asunto por el aspecto numérico no tendremos más que reconocer su importancia. En 1580
según el Licenciado Monzón había en el Nuevo Reino de Granada 300 repartimientos. Si el promedio
antes indicado permaneció constante, tendríamos que en esa época el total de indios encomendados debió
ser de 350.000. Gonzalo Jiménez de Quesada confirma estas cifras de 300 repartimientos en sus
indicaciones para el buen gobierno (6).
LA MITA
"La Mita es una institución colonial de origen indígena, e implicaba para un grupo de indios, clan o tribu,
el deber de trabajar obligatoriamente en un lapso determinado, por turnos y mediante remuneración en
dinero en ciertas labores económicas importantes, especialmente en la explotación de las minas" (8). Al
igual que otras instituciones coloniales ésta ya existía con características especiales a la llegada de los
españoles.
Se diferencia la Mita de otras instituciones, como la esclavitud y el proletariado, aunque con cada una de
ellas tiene rasgos comunes. A semejanza de la esclavitud, se trata de un trabajo obligatorio, forzado, no
voluntario; pero a diferencia de ella, al mitayo se le reconoce la calidad de persona y la prestación forzosa
no es de por vida, sino por un período de tiempo.
En la Mita observamos también la finalidad tributaria que guiaba a la Corona española. Se concedía
salario al mitayo para que éste pudiera satisfacer sus obligaciones fiscales.
Duración de la Mita:

"La duración de la Mita para el servicio doméstico se fijó en quince días; la Mita pastoril, en tres o cuatro
meses y la Mita minera en diez, dentro de cada año. Estuvieron exceptuados de entrar en los sorteos para
el servicio de la Mita, los indios cultivadores de sus propias tierras y los especializados en algún oficio:
carpinteros, albañiles, sastres, herreros, zapateros, etc.".
Clases de Mita
Mita minera. Por medio de ella se extrajo una porción grandísima del oro y plata americanos. El
indígena era obligado a marchar lejos de su tierra y allí, en un clima hostil moría, huía, o al finalizar la
Mita prefería quedarse como asalariado, todo lo cual conspiraba contra la preservación de los núcleos
sociales indígenas, el clan y la tribu. En las minas, cumpliendo con esta obligación sucumbieron millones
de indígenas.
Mita Agraria (o concierto agrícola). Por medio de ella, la cuarta parte de los indígenas útiles de los
repartimientos, eran distribuidos en las haciendas para que desempeñaran las labores del campo por un
salario.
Mita Industrial u Obraje. Los obrajes eran especies de fábricas, en las que se producían principalmente
paños y tejidos. En un comienzo los indígenas fueron obligados a esta prestación, pero luego, para evitar
la competencia que los obrajes pudieran hacer a las manufacturas importadas de España, fue atacada
legalmente esta forma de prestación de servicios. Tal medida fue una muestra clara de cómo España
disfrazaba sus intereses concretos de explotación con un ropaje paternalista y religioso. Muchísimo más
cruel fue la Mita minera, mas como convenía a los intereses de España no fue suprimida; pero en el caso
de la Mita industrial, cuando todavía no se habían establecido las bases del trabajo asalariado en América,
y cuando los indígenas tenían que ser compelidos legalmente a trabajar por medio de instituciones como
la Mita, suprimir la mano de obra en los obrajes, era eliminar la competencia para el comercio de España.
En la Nueva Granada existió también la Mita para la boga en el río Magdalena; sin embargo, los
indígenas bien pronto fueron sustituidos en esta labor, por esclavos traídos de África.
La Mita, Institución desintegradora del Clan y de la Comunidad Indígena
De todas las instituciones coloniales, fue ésta la que más duro golpeó a las sociedades indígenas. Por
medio de ella el indígena era desarraigado de su medio, muchos morían, otros huían del sitio de trabajo
sin regresar a su lugar de origen, y otros muchos preferían continuar como asalariados, a la terminación
de la Mita. En la desintegración de la comunidad indígena, por causa de la Mita, está precisamente el
germen del proletariado moderno de América, tanto urbano como rural. El indígena, o bien por que se
quedara como asalariado en la mina, en el campo o en la ciudad, a la terminación de la Mita, o bien
porque tuviera que empezar a emplearse por un jornal para satisfacer las cargas tributarias, fue
constituyendo una masa proletaria sin ligazón con la tierra, que se alquila por un salario y que no tiene
más propiedad que su fuerza de trabajo.
LOS RESGUARDOS
Los resguardos eran porciones de terreno adjudicadas colectivamente a los indígenas de un determinado
clan o tribu. Si bien la propiedad sobre la tierra era colectiva, no necesariamente lo era su forma de
explotación.
En muchos casos las tierras de resguardo eran laboradas en parcelas individuales o familiares en una
especie de usufructo del beneficiario, sobre una porción de la comunidad. Asimismo, ciertos lotes del
Resguardo eran laborados por toda la comunidad para cubrir con lo obtenido las obligaciones que pesaban
sobre el grupo, como el pago de gastos de cabildo o sostenimiento del cura doctrinero, etc.
Las tierras de resguardo comprendían lo necesario para el mantenimiento de sus habitantes en ese
momento y un excedente para cubrir las necesidades del crecimiento futuro de su población. A partir del
siglo XVII, sobre todo, se autorizó a los indígenas para que alquilasen las tierras sobrantes de su
Resguardo, con el objeto de destinar el dinero así obtenido, al pago de las obligaciones tributarias. En
caso de que esta suma fuera superior a lo debido por los indígenas, no se les reintegraba lo restante, pues
la Corona alegaba que la autorización del alquiler, había sido dada únicamente para asegurar a la Real
Hacienda el cobro del tributo (13).

La propiedad radicaba en cabeza del cacique, como representante de todo el conglomerado, pues el
derecho era colectivo de todo el grupo. Debe tenerse en cuenta que al hacer por diferentes medios las
adjudicaciones a los indígenas, la Corona no estaba ejerciendo un acto de liberalidad, sino que
simplemente les estaba reconociendo su derecho sobre tierras que a ellos les pertenecían.
Finalidades del Resguardo
1. Ya anotábamos que entre los intereses de la Corona y los de los conquistadores en América, se
presentó una contradicción, y que la Corona tuvo que recurrir a la doble táctica de permitir la explotación
de los aborígenes, como aliciente para los conquistadores, y de preservar a aquellos para que no se
extinguieran, con el objeto de continuar en esa forma su explotación. Con instituciones como la Mita y la
Encomienda se lograba lo primero, con el Resguardo se pretendía lo segundo. Una de sus finalidades fue
crear, especies de ínsulas en donde los indígenas pudieran supervivir, evitando así la despoblación y la
extinción.
2|. También cumplía esta institución una finalidad tributaria para la Corona. Con la supervivencia de los
indígenas se garantizaba la percepción del tributo, y con los productos del Resguardo, mayor abundancia
del mismo.
3. Con la preservación de los Resguardos y con la organización que se les dio, conservando la autoridad
de los caciques, España logró una mejor y más fácil administración de los indígenas.
Factores que conspiraban contra la Institución de los Resguardos
El Resguardo no tuvo una existencia apacible, fue combatido permanentemente; varias circunstancias
contribuyeron para ello: era una institución comunal en medio de un sistema de propiedad privada
individual. Además, el régimen de salarios de las haciendas vecinas le fue minando poco a poco. En un
principio al indígena no le fue necesario alquilarse como asalariado, pues en el Resguardo obtenía lo
necesario para su subsistencia y para el pago de los tributos. Pero a medida que éstos se fueron haciendo
más elevados por su mayor número y por la despoblación del Resguardo, lo cual obraba
desfavorablemente al recaer sobre el grupo, el indígena se vio precisado a alquilarse en las haciendas para
cubrir con el salario obtenido las cargas tributarias. Además el régimen monetario fue invadiendo estos
centros de economía natural y las ventas de tierras de resguardo efectuadas por la Corona a partir del siglo
XVIII, así como el robo descarado de las mismas consumado por los terratenientes vecinos, al reducir el
Resguardo a su mínima expresión territorial, obligaron a sus habitantes a emigrar a los centros urbanos o
a las haciendas para alquilarse como asalariados o para laborar la tierra por el sistema de aparcería.