martes, 8 de septiembre de 2009

capitulo 7..... el oro y moneda en la colonia

Cáp. VII ORO Y MONEDA EN LA COLONIA
Tomado de Álvaro Tirado Mejía
El Oro Por su importancia la producción de oro merece mención aparte. Durante la Colonia fue
nuestro principal y casi único producto de exportación (1). Para los intereses de la Corona,
enmarcados en el cuadro del mercantilismo, la Nueva Granada cumplía una función especial.
De todas las colonias americanas era la que más oro suministraba. El 17.91% de la producción
mundial durante el siglo XVI, el 39.01% durante el siglo XVII y el 24.69% durante el siglo XVIII
(2)
Con relación a la legislación sobre la propiedad de las minas, el sistema español se separaba
tajantemente del sistema romano, en el que el dueño del suelo lo era también del subsuelo. En
la legislación española el Monarca se reservaba la propiedad de las minas, bien para hacerlas
explotar en su nombre o para adjudicarlas a particulares bajo ciertos requisitos. En un
comienzo el Rey se reservó para sí el dominio de todas las minas. Más tarde (1504) decretó
que los particulares podían beneficiarlas pagando el quinto. Posteriormente se distinguió entre
minas de nación (las más ricas) que se reservaba el Rey, y minas ordinarias, adjudicables a
particulares' (3).
La minería del oro se desarrolló especialmente en el occidente colombiano y su forma de
explotación vino a marcar regiones socio-económicas definidas como la esclavista del Cauca
con epicentro económico en Popayán y explotación aurífera en el Chocó, Barbacoas y Supía,
la de Antioquia con producción basada en parte en la esclavitud pero principalmente en
mineros independientes, regiones estas que se diferenciaron entre sí y de la manufacturera de
Santander, la ganadera y latifundista de la Costa Atlántica, la del altiplano de Boyacá y
Cundinamarca dedicada a la agricultura y basada en la explotación indígena, en condiciones
semiserviles.
La minería del Cauca (Chocó, Barbacoas, Supía) fue trabajada casi exclusivamente por
esclavos que laboraban en beneficio de ricos propietarios de Popayán, los cuales a sus
posesiones de minas y esclavos agregaban vastas extensiones de terreno ubicadas en la
región andina, destinadas a la producción agropecuaria por medio de la explotación de
indígenas. Durante la Colonia fue la región más productora (a principios del siglo XIX todavía
producía más de la mitad del oro que se sacaba del Nuevo Reino de Granada) (4) y
precisamente por estar basada en la esclavitud, al decaer la institución, sobre todo durante la
guerra de independencia, la producción disminuyó no obstante la riqueza del suelo, y el primer
lugar en la producción de oro vino a ser ocupado por Antioquia en donde había bases sociales
diferentes. En el siglo XVIII "la explotación de las minas del Chocó seguía su progreso a pesar
de ser grandes los costos y dificultades. Un esclavo varón o hembra, siendo de barra, valía de
400 a 500 pesos... Las carnes, aves, menestras y comestibles entraban de fuera a precios
excesivos, transportados a hombros de cargueros por caminos ásperos y fragorosos (memoria
anónima). Los Arboledas, los Mosqueras y otros vecinos de Popayán eran dueños dé casi
todas las minas"(5). "En 1788 se hizo el padrón de negros mazamorreros del Chocó, y había
3.054. En Popayán y Barbacoas pasaban de 6.000 en 1788" (6).
La forma de explotación esclavista, a pesar de la inmensa producida, no benefició a la región ni
creó condiciones de riqueza y desarrollo de actividades como la manufacturera porque el
mercado compuesto por esclavos era necesariamente estrecho un porque además no hubo
reinversión del excedente producido, en la medida en que no se empleó la técnica y sobre
todo, en que dueños de minas cuyo asiento estaba en Popayán, preferían invertir sus
ganancias en tierras, en comercio de esclavos o en simple gastos ostensible de productos del
exterior. La actual situación del Chocó, gran productor de oro y de platino, es en términos
generales la misma que en la Colonia, pues los bajos salarios pagados por la compañía
extranjera mantienen un mercado reducido, y el excedente obtenido a través de la fabulosa
producción no se reinvierte en la región sino que va a otra parte, no ya a Popayán sino hacia
Norteamérica. La situación del Chocó en la colonia y en general de la minería esclavista,acertadamente la plantea Estantío Zuleta en estos términos: "No puede dudarse en efecto, que
la extracción de metales preciosos es de vital importancia para España —en la situación a que
había llegado le era como vimos, al mismo tiempo indispensable y fatal. En cambio es
igualmente cierto que las regiones donde tiene lugar el auge de la minería, sacan poco
provecho de ello. Para sustentar esta afirmación, basta observar el estado en que se
encuentran las regiones que han sido famosas por su producción de metales preciosos, como
el Chocó y en el caso que nos ocupa, las poblaciones de Zaragoza y Remedios, Cáceres, etc.
Esta simple consideración prueba por lo menos una cosa: la incapacidad de esa actividad
económica para generar en los sitios donde se realiza un progreso acumulativo que pueda
luego mantenerse por sí mismo.
"Cuando la explotación se lleva a cabo por medio de cuadrillas de esclavos, se crea apenas el
mercado de alimentos y vestidos que consumen éstos, sus amos y capataces, mercado
insuficiente para promover una producción agrícola importante, sobre todo cuando se abastece
en regiones más o menos distantes, como es el caso más frecuente en Antioquia. Es además
un mercado que puede desaparecer repentinamente con el agotamiento de las minas y con el
que nadie puede contar como una base definitiva para su estabilidad económica. Todo
progreso realizado sobre esa base es eminentemente precario, como muestra la experiencia
tantas veces repetida del colapso económico general de "la región que debe su crecimiento
demográfico y depende en su producción de una explotación minera. La situación desde el
punto de vista que nos ocupa, es prácticamente la misma cuando en lugar de esclavos se
emplean mano de obra asalariada, en este caso existe mayor circuición monetaria. La
capacidad de desarrollo auto generado, o en otros términos, la inversión consiste en la
ampliación de la mano de obra utilizada o en el mejoramiento de los sistemas, pero ninguna de
las dos cosas implica la creación de un desarrollo económico que pueda sobrevivir al cierre de
la extracción. Es cierto que los capitales acumulados pueden a la larga dirigirse al comercio y
eventualmente a la manufactura, y que en este sentido la actividad minera es importante, pero
esto no tiene que ver nada con la región en que se ubica. El caso del Chocó es muy indicativo
sobre el tema, porque allí se dio la minería como explotación esclavista de manera casi
exclusiva y todo lo que haya podido producir para los empresarios de España, de Popayán, o
para el capital extranjero no ha generado ningún progreso en la región".
Sobre la Provincia de Antioquia escribía Francisco Silvestre en 1789: "Pero lo que más
sobresale en ella y se trabaja son los minerales de oro corrido, o en polvo y es la de donde sale
la mayor porción de este metal, que reducido a moneda, corre en el Reino y sale para España.
Las minas de veta de oro, aunque abundan no se trabajan. Lo mismo sucede a las de plata
despreciándose los de otros metales". En esta provincia hubo fuerte explotación de las minas
de veta en Buriticá, con base en la mano de obra indígena durante el siglo XVI, pero por
problemas técnicos como canales de conducción de agua para el laboreo y por la extinción de
los indígenas debida a la intensa explotación, este tipo de minería desapareció hasta el siglo
XIX, en el que con otras condiciones reapareció. Asimismo se dio durante el siglo XVI la
explotación de minas en Cáceres, Zaragoza, etc., con base en mano de obra esclava, y en los
reales de minas y ciertos entables de consideración se siguió utilizando a los esclavos para la
producción; pero lo importante y peculiar de esta región fue que al lado de la producción
esclavista, y más importante que ella, se desarrolló la minería practicada por productores
independientes. Como veíamos atrás, en el capitulo sobre la esclavitud, en vísperas de la
independencia el historiador José Manuel Restrepo calculaba que en Antioquia sólo un 15% de
la producción de oro se hacia por esclavos. Por su parte el Gobernador Chávez estimaba que a
mediados del siglo XVIII apenas una tercera parte de la producción de oro provenía del estrato
de la minería organizada y en 1851 las cinco sextas partes de los trabajadores de la minería del
oro eran mazamorreros libres.
Esta situación de gran cantidad de productores independientes determinó la configuración
socio-económica de la región. Desde el momento en que un colono, aunque no tuviera capital,
podía dedicarse a la búsqueda del oro, abandonaba cualquier otro tipo de actividad y no estaba
interesado, por ejemplo, en trabajar como asalariado, aparcero o en cualquier otra forma, al
servicio de un terrateniente en las labores agropecuarias. Por esta razón el latifundio tradicional
no prosperó en Antioquia y por esto también, la agricultura fue una actividad dependiente de laminería, para la simple subsistencia y no con destino a la exportación. En las últimas décadas
del siglo XVIII, Pedro Fermín de Vargas hacía una observación de la sociedad colonial,
perfectamente aplicable a Antioquia: "El laboreo de minas en el modo que hoy se practica en
las de oro, además de ser destructivo de la población, encarece de tal suerte los jornales y
maniobras, que por lo general entorpece el adelantamiento de la agricultura, la que siempre es
cadente en los países mineros. Entretenidas las gentes con las vanas esperanzas de alcanzar
la suerte, que uno u otro ha logrado en el beneficio de minas, descuidan del todo los demás
objetos de industria; se empeñan cada día más, y no correspondiendo los sucesos a los
conatos, se arruinan y arruinan consigo a todos aquellos que se dejan engañar con sus vanas
esperanzas". La situación generalizada en Antioquia de mañeros independientes, contribuyó
también a quebrantar la rígida estratificación de castas de la sociedad colonial y a la dispersión
demográfica, en la medida en que el minero se convertía en trashumante buscando suerte en
muchas partes y abandonando el sitio de explotación por otro eventualmente más próspero,
desde el momento en que donde estaba se acababa o escaseaba el oro. Pero la consecuencia
más importante de esta forma de producción es el surgimiento de una clase comerciante, los
"rescatantes" de oro que tenían como función adelantar víveres y herramientas a los mineros,
es decir, venderles al fiado para luego comprarles el oro obtenido, a menor precio,
usufructuando la posición monopolista de vendedores y compradores y el hecho de que
vendían a plazo y compraban de contado al minero que ya estaba endeudado con ellos.
Precisamente, la perspicacia que debieron desarrollar en esta actividad, la fuerte tasa de
ganancias que obtuvieron con el mecanismo monopolista de compra-venta, y la circunstancia
de que lo que obtenían era precisamente oro, hicieron de los comerciantes antioqueños los
capitalistas más importantes del país en el siglo XIX, tanto que el ámbito de sus negocios no se
conformó ya con el comercio provincial sino que abarcó incluso el comercio exterior del país.
"Siendo entonces el comercio de importación una actividad semimonopolística, los núcleos de
trabajadores mineros se veían forzados a aceptar penosas condiciones de trueque. Lo que ni el
terrateniente ni el concesionario de reales de minas pudieron lograr en Antioquia, pudo
entonces realizarlo el grupo comerciante, y ello fue mediante los instrumentos de la compraventa,
reducir el nivel de vida del minero libre al mínimo de subsistencia, extrayendo de su
producción de oro un considerable excedente de ganancia bruta comercial. Pero una parte
considerable de ese excedente debía dedicarse a reponer las pérdidas de capital circulante,
estableciéndose un amplio margen entre el coeficiente bruto y el coeficiente neto de ganancias
que, al conjugarse con un largo período de rotación de capital, imponía estrechos límites a la
tasa potencial de crecimiento del sector comercial. Estos límites han debido ejercer una
restricción al apetito natural del hombre rico por el consumo conspicuo y a mantener viva una
tradición puritana muy propicia para el fortalecimiento del espíritu empresarial antioqueño".

La moneda.
Las primeras monedas conocidas en América fueron españolas: el escudo de oro y el real de
plata. Circulaba también la macuquina, moneda de plata acuñada en México y Lima y la cual
subsistió aun después de la independencia, dando motivo a fraudes.
El sistema monetario español en América, tenía el inconveniente de que se fundaba en una
moneda imaginaria, el maravedí, inexistente en América, lo cual entorpecía la circulación, pues
se hacía la transacción en moneda imaginaria para cubrirse como una real. El oro en polvo vino
a cumplir muchas veces funciones de moneda en las transacciones, pues regiones como
Antioquia "hasta 1789 no usaron la moneda acuñada".
Con el objeto de enmendar esta caótica situación, la Corola dispuso la fundación de casas de
moneda en México, Lima y Potosí, Santa fe, Popayán, etc. Por ordenanza real de 13 de
diciembre de 1751, se ordenó acuñar en Santa fe y en Popayán, monedas de oro de la ley de
22 quilates y forma circular.
"Las pastas de oro se pesaban por marcos, onzas, ochavos, tomines y gramos. El marco tenía
ocho onzas (230 gramos), la onza ocho ochavos, y la ochava seis tomines y el tomín doce
gramos, por cada marco se debía sacar 68 escudos u ocho y media onzas de doblones de
ocho escudos, es decir, que producía 136 pesos".
Casas de moneda
En 1559 se iniciaron las investigaciones para la fundación de una casa de moneda en Santa fe.
En 1590 se despacharon de la metrópoli los primeros implementos necesarios para su
funcionamiento, pero sólo en 1627 se inició la acuñación en firme. Con el objeto de evitar el
contrabando de oro producido en el Chocó y el Cauca se autorizó al Ayuntamiento de Popayán
en el año de 1729 para la fundación de una casa de moneda en esa ciudad. Se concedió
privilegio, para que la hiciera funcionar, a Pedro Agustín de Valencia, en 1749; fue clausurada
en 1762, para ser reabierta en el año de 1768.
Del hecho de que la Corona española se hubiera desprendido del derecho de emisión en favor
de particulares, se derivaron una serie de pleitos entre éstos en las casas de moneda de Santa
fe y Popayán.
Funcionaron también casas de fundición en Cartago, Anserma, Cali, etc., con el único objeto de
fundir el oro y recaudar el quinto real, previniendo así la fuga ilegal del metal hacia el exterior
sin previo pago de derechos fiscales.

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