martes, 8 de septiembre de 2009

los jesuitas ó compañía de jesús

JESUITAS O COMPAÑÍA DE JESÚS
Álvaro Tirado Mejía
Instituto religioso de clérigos regulares de la Iglesia católica. Fundada por san Ignacio
de Loyola en 1534, la Compañía de Jesús fue confirmada oficialmente por el papa
Pablo III en 1540. La frase emblemática de la orden es Ad majorem Dei gloriam (en
latín, ‘A la mayor gloria de Dios’) y su objetivo es el de difundir la fe católica por
medio de la predicación y la educación, así como trabajar en lugares y momentos en
que así lo requiera con urgencia la Iglesia. Desde los primeros momentos de su
historia, la enseñanza ha sido la principal actividad de la orden. En este campo, sus
aportaciones han sido notables, tanto en el ámbito de la teología como en el de
distintas disciplinas seculares.
Condiciones De Ingreso
La preparación que requiere todo aspirante a la orden, especialmente si quiere ser
sacerdote más que hermano (coadjutor), es bastante más larga que la necesitada para
el sacerdocio secular o para ingresar en otra orden religiosa. Después de permanecer
dos años como novicio, alejado del mundo y dedicado a la oración, el candidato emite
los votos simples de pobreza, castidad y obediencia, y se convierte en escolástico.
Posteriormente, debe estudiar materias clásicas (durante dos años) y filosofía,
matemáticas y ciencias físicas (durante tres). Terminado dicho ciclo, debe dedicar
varios años a la enseñanza, seguidos por otros tres años de estudios teológicos, tras los
cuales puede ser finalmente ordenado sacerdote. Después de cuatro años más de
estudios teológicos, y de un año de retiro y oración, el candidato recibe su titulación,
convirtiéndose en coadjutor o en profeso perpetuo. Los últimos votos de los
coadjutores son simples, de pobreza, castidad y obediencia, pero para los profesos
estos votos son solemnes, a los que agregan uno más, que es el aceptar ir al lugar que
decida el papa. Más tarde, los profesos emiten cinco votos simples, entre los que se
incluye la renuncia a todo oficio eclesiástico ajeno a su orden, a menos que lo
determine la autoridad de la Compañía.
Organización y estructura
La Compañía de Jesús se estructura en provincias (agrupadas en asistencias). En la
actualidad, existen 65 provincias en el mundo, cada una de las cuales está bajo el
mando de un padre provincial. La máxima autoridad de la orden recae en un superior
general, cargo que tiene carácter vitalicio. El superior general, residente en Roma, es
elegido por la Congregación General (integrada por la totalidad de los provinciales y
dos diputados por provincia) y asesorado por los asistentes.
Historia
Cuando fundó la Compañía, Ignacio de Loyola pretendía organizar peregrinaciones a
Tierra Santa para convertir a los musulmanes. Sin embargo, con el estallido de la
guerra contra los turcos otomanos, todos los planes para la peregrinación a Tierra
Santa se desvanecieron. En cambio, los jesuitas solicitaron al Papa una constitución
que les permitiera realizar misiones a lugares que él mismo decidiera. Una vez
aprobada la constitución, eligieron a Ignacio de Loyola como primer superior general.
La Compañía creció rápidamente y sus miembros tuvieron una actividad decisiva
durante la Contrarreforma, especialmente en el transcurso del Concilio de Trento, así
como fundando escuelas y centros de estudios superiores en toda Europa. Durante 150
años dirigieron los más importantes centros educativos europeos y, hacia 1640,
contaban con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por todo el
continente. Aproximadamente un siglo después, esta cifra alcanzaba ya los 650;
además, la orden tenía a su cargo, en forma total o parcial, la dirección de 24
universidades. También establecieron más de 200 seminarios y casas de estudios para
sus miembros. Durante el periodo de la Contrarreforma, la educación jesuítica se
enfocó principalmente a fortalecer la fe católica frente a la expansión del
protestantismo. Si bien la educación jesuítica para laicos estaba dirigida
principalmente a la nobleza europea y a estudiantes pudientes, también tenían a su
cargo escuelas profesionales y, en los territorios donde trabajaban en misiones,
escuelas para los pobres.
Por lo que respecta a su aspecto misionero, la actividad de los jesuitas en este sentido
tuvo también mucho éxito. Especialmente importante fue la emprendida por san
Francisco Javier en India y Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el
interior de China y por las costas de África. Las cartas que escribieron los misioneros
jesuitas que trabajaban en Canadá, en las que enviaban información de tipo
etnológico, histórico y científico, fueron publicadas con el nombre de Relaciones
Jesuíticas, formando una única y muy valiosa fuente de información referente a los
nativos de ese país. Sin embargo, el trabajo de las misiones jesuíticas más conocido
del Nuevo Mundo fue la fundación de las reducciones, siendo las más famosas las de
Paraguay. Eran comunidades de indígenas, gobernadas por los jesuitas. Allí, y durante
casi 200 años, los jesuitas dirigieron un enorme grupo de indígenas, logrando fundar
32 poblados, con una población de aproximadamente 160.000 personas. Enseñaban
métodos agrícolas siguiendo las tradiciones autóctonas, artes mecánicas y favorecían
el desarrollo del comercio.
La historia de la Compañía de Jesús estuvo marcada por una constante oposición a su
labor, especialmente en los países católicos. La devoción que los jesuitas tenían por el
Papado les costó una fuerte oposición por parte de los dirigentes de diversos estados.
Igualmente, y debido al gran entusiasmo que ponían los jesuitas en todo lo que
significaran reformas eclesiásticas, se ganaron la enemistad del clero. La Compañía
fue expulsada de diferentes países europeos (en España, por Carlos III, en 1767) hasta
que, el 21 de julio de 1773, el papa Clemente XIV publicó la bula Dominus ac
Redemptor en la que ordenaba la supresión de la Compañía. El rey de Prusia, Federico
II el Grande, y la emperatriz de Rusia, Catalina II la Grande, grandes admiradores de
la labor educativa y del conocimiento de los jesuitas, se negaron a aceptar el
documento y hacer efectiva la publicación del mismo. En estos países la orden se
mantuvo hasta 1814, año en el que el papa Pío VII restauró canónicamente la
Compañía. Ante este hecho, también volvieron a cobrar fuerza los grupos religiosos y
políticos que estaban en su contra.

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